jueves, 25 de agosto de 2011

Veinticinco de agosto...


Cada veinticinco de agosto, San Luis Rey de Francia, durante muchos años lo que tocaba era paella y jarana en casa de mis tíos, en Errezubi, una de aquellas primeras urbanizaciones que surgieron en la colina de Brun-enea, desde la cual se podía oler y oír el mar de la playa de Hondarribi... los veranos interminables, llenos de luz, rodeada de risas y cariño, y de primos, siempre, de la mañana a la noche, de la noche al día, siempre, siempre, una más en aquella bendita casa... Yo fui una niña feliz, absolutamente, y si lo fui fue también gracias a ellos, y a mi tío Carlos, y a mi tía Maite.

Hoy, veinticinco de agosto, San Luis Rey de Francia, hace dos semanas que, en el cementerio de Blaia, dijimos agur a la tía, mis primos y yo. Y hace un día radiante. Y este cielo que es azul por culpa de una nube blanca. Que nos cuide...

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