domingo, 28 de octubre de 2012

Vuota mi sembrerà se non ci sei tu...



Le strade piene, la folla intorno a me, 
mi parla e ride e nulla sa di te, 
io vedo intorno a me chi passa e va 
ma so che la città 
vuota mi sembrerà se non ci sei tu... 

C'è chi ogni sera mi vuole accanto a sé 
ma non m'importa se i suoi baci mi darà 
io penso sempre a te, soltanto a te 
e so che la città vuota mi sembrerà se non torni tu, 
come puoi tu vivere ancor solo senza me 
non senti tu che non finì il nostro amor...

Le strade vuote, deserte sempre più 
leggo il tuo nome ovunque intorno a me 
torna da me amor e non sarà più vuota la città 
ed io vivrò con te tutti i miei giorni,
tutti i miei giorni, tutti i miei giorni...






sábado, 27 de octubre de 2012

El peso de la fiabilidad. Erkoreka, dixit.




















El pasado mes de agosto se conmemoró el centenario de aquella virulenta galerna veraniega que azotó sin piedad la costa cantábrica, provocando la muerte de 143 arrantzales vascos. Los testimonios que prestaron los supervivientes de la tragedia ponen de manifiesto que, cuando arreció el temporal y el peligro de naufragar comenzó a hacerse verosímil, todos los pescadores envueltos en la tempestad recordaron desesperadamente la importancia que revestía embarcar en lanchas sólidas, seguras y fiables, capaces de afrontar con un mínimo de garantía las inclemencias del tiempo.

La imagen me vino a la memoria el pasado domingo, cuando vi que el escrutinio apuntaba de manera irreversible hacia el triunfo del Partido Nacionalista Vasco. Pensé que, como los pescadores vascos que en agosto de 1912 se vieron sorprendidos por la galerna, una buena parte de los ciudadanos vascos han creído que la borrasca económica, financiera e institucional que asedia a toda Europa, amenazando con llevarse por delante los logros sociales trabajosamente afianzados a lo largo de décadas, aconseja confiar en el PNV, que constituye la nave más sólida, segura y fiable de entre las que hoy componen la oferta electoral vasca.

Estoy convencido de que, ante el incierto panorama que ofrecen los tiempos, el fondo de comercio que acumula la formación jeltzale tras años de actuación eficaz, diligente y responsable en defensa del autogobierno vasco y de los intereses y aspiraciones de los ciudadanos de Euskadi, ha sido decisivo para que muchos ciudadanos optasen por la candidatura de Iñigo Urkullu, que encarna a la perfección los valores que identifican al PNV. Como diría más de un veterano, se ha hecho notar "el peso de la galleta"; la impronta histórica de una formación política arraigada en Euskadi y comprometida con su libertad y su autogobierno, que siempre ha estado en su puesto y nunca ha defraudado al pueblo vasco en los momentos decisivos.

Durante esta semana, se han hecho todo tipo de valoraciones sobre el resultado que arrojaron las urnas el 21-O. Y no son pocos los que han insistido en la idea de que, en esta ocasión, el PNV ha recibido prestados votos ajenos. Todos ellos -claro está- completaban su apreciación con una o varias recomendaciones desinteresadas sobre lo que el PNV debería hacer o evitar a lo largo de la legislatura para no defraudar el deseo de los que le han prestado sus votos. Y todos, además, creían que lo que el PNV debería hacer o evitar era, exactamente, lo que cada uno de ellos consideraba necesario hacer o evitar.

Nunca me ha parecido correcto que las siglas partidarias pretendan patrimonializar los sufragios. El voto nunca es de éste o de aquél partido; no pertenece a nadie más que al ciudadano que lo emite. De tal manera que los partidos políticos no pueden computar como propios ni tan siquiera los que sus militantes depositan en las urnas. Desde esta perspectiva, se puede decir que todos los votos que reciben los partidos son prestados. Todos. Prestados por los ciudadanos en base a la confianza que el partido receptor les inspira en cada concreta convocatoria electoral de cara a afrontar los desafíos colectivos que en ese momento consideran esenciales.

Los votos que los ciudadanos prestaron al PNV el pasado domingo perseguían, sobre todo, confiar el Gobierno de Euskadi a la formación política que mayor fiabilidad les ofrece para navegar en los procelosos mares de la crisis. Sus emisores, por tanto, sólo le piden que siga siendo fiel a la trayectoria política que ha alimentado ese fondo de fiabilidad que les ha llevado a confiar en él. Si lo hace, no defraudará a los ciudadanos que le han prestado su voto porque las turbulencias de la coyuntura han convertido el acto de votar en algo muy prosaico. En un acto que no busca poesía emocional, ni aventuras fascinantes, sino soluciones efectivas a los problemas reales. O, cuando menos, un compromiso firme para procurar su búsqueda.

Esta semana, los diputados del grupo parlamentario vasco hemos recibido numerosas felicitaciones de los periodistas y diputados del Congreso. A los populares -cortesía obliga- les hemos correspondido por el triunfo obtenido en Galicia, que es, para ellos, como una bolsa de oxígeno. A los socialistas, por el contrario, no hemos podido darles la enhorabuena. Lo hubieran interpretado, y con razón, como una burla sarcástica.

Eso sí, al igual que los comentaristas de salón, muchos de los que nos felicitaban tenían una recomendación sobre lo que el PNV debe hacer o evitar en esta legislatura que comienza. Y no voy a ocultar que la mayoría de nuestros interlocutores dejaban entrever un temor cerval a la hipótesis de una entente nacionalista vasca que, por decirlo con sus propias palabras, imponga en Euskadi una "deriva soberanista". Temen algo equivalente, pero en sentido contrario, a lo que el PSOE y el PP hicieron en 2009, cuando acordaron aupar a Patxi López a Ajuria Enea con el propósito de iniciar una deriva españolista radical. Un diputado socialista auguraba, más concretamente, que los jeltzales acabaríamos siendo arrastrados -la frase es literal- por "la presión radical de EH-Bildu". No deja de tener gracia que en Madrid vean indicios de radicalidad donde en Euskadi no hemos percibido más que un esfuerzo ímprobo por aparentar moderación, en el discurso, en las formas y hasta en el talante de la candidata. Le he hecho ver a mi interlocutor que su vaticinio está equivocado. Lo que hasta ahora se ha visto es todo lo contrario: que es EH-Bildu la que se aproxima al PNV cuando reivindica figuras y trayectorias políticas como las de José Antonio Agirre, que siempre han sido tenidas como arquetípicas de la formación jeltzale.
Es cierto que la pulsión chavista que anida en el seno de la izquierda abertzale puede aflorar en cualquier momento. Pero, francamente, no veo al PNV arrastrado por gentes que asumen sin rubor que sus políticas económicas pueden empujar a las empresas a "hacer las maletas", pero sostienen que ese es "un riesgo que hay que correr" (Laura Mintegi dixit).

He propuesto al diputado socialista apostar conmigo, doble contra sencillo, a que en la legislatura que comienza ellos van a pactar más veces con la izquierda abertzale que nosotros. Se ha reído con displicencia pero, obviamente, no ha aceptado la apuesta. Su actitud ha sido muy significativa. No quería apostar. Sin embargo, me ha interpelado: "¿En qué te basas para defender semejante tesis?". Iba a responderle aludiendo a la tan precipitada como sospechosa adjudicación de ocho frecuencias de radio que el Gobierno de López ha llevado a cabo en los últimos minutos de la legislatura a favor de una empresa de la izquierda abertzale recién constituida, pero justo en ese momento saltaba en los teletipos la noticia que daba cuenta del acuerdo que ambas formaciones alcanzaron el martes en el Consejo Vasco de Finanzas.

Ya no era necesario que respondiera. Todo estaba dicho.
              Josu ERKOREKA GERVASIO
                   Portavoz del Grupo Vasco en el Congreso de los Diputados
                              Publicado en diarios del Grupo Noticias -27/10/2012-


miércoles, 24 de octubre de 2012

Para enmarcar


El triunfo electoral de EAJ-PNV en las pasadas elecciones se auguraba en las encuestas, aunque no con la claridad y rotundidad con la que finalmente la vivimos la noche del Domingo. El propio futuro Lehendakari, Iñigo Urkullu, manifestaba que con estos resultados electorales, empezaba “un nuevo tiempo” que requeriría de “acuerdos y de unión”. Pero estas elecciones, además, han servido para refutar algunas de las teorías políticas que bienintencionadamente o no, nos han acompañado en los últimos tiempos.

Liderazgo carismático e insustituíble. El primero de ellos es que EAJ-PNV estaba en una decadencia tal, que sin un Lehendakari carismático (antes Garaikoetxea, después Ardanza o recientemente Ibarretxe), estaba desahuciado y sin capacidad de movilización. Según esta consigna, quien obtenía los votos no era EAJ-PNV, sino su candidato, el único candidato posible, a quien había que confiarle todo el poder y liderazgo sin cuestión. Incluso podíamos tener la paradoja de que se significaban personas presentándose como los mayores seguidores del líder, mientras decían no identificarse en absoluto políticamente con EAJ-PNV.

Los hechos han demostrado que EAJ-PNV, con un nuevo liderazgo institucional (aunque no por ello poco conocido en la sociedad) ha sido capaz de prácticamente repetir los excelentes resultados de Ibarretxe de 2009 (en porcentaje de voto, incorporando al reparto los nulos de D3M) y superar a las de 1998 (con una situación de proceso de Lizarra que debilitó a EAJ-PNV, pero con un MLNV menos movilizado que el actual EHBildu). Además, en las anteriores elecciones el partido oficial del MLNV (D3M) estaba ilegalizado y llamó al voto nulo, con las dificultades que entraña esta situación, mientras que ahora estaban en la cresta de la ola. No me cabe duda de que con el tiempo el nuevo liderazgo de Urkullu se volverá carismático como ha ocurrido con anteriores lehendakaris, pero parece que estamos condenados a que la misma consigna se repita y que se tenga que volver a refutar.

La gestión no moviliza, un partido de gestión no es un partido abertzale. Esta consigna nos decía que sólo el programa del derecho a decidir movilizaba al electorado, que la gestión no formaba parte del ADN, del núcleo del ideario de un partido auténticamente abertzale, que la gestión de la administración, sea en política industrial o para hacer polideportivos, no era un ámbito preferente de construcción nacional. En esta campaña se ha demostrado que la construcción nacional basada en la gestión económica adecuada y cada vez más autogobernada, no sólo es una corriente internacional como muestran los casos de Escocia y Catalunya, sino que es una política atractiva no sólo para nuestro electorado sino que también cuenta con la complicidad de sectores transversales de nuestra sociedad. Que si la gestión desde el nacionalismo permite un bienestar mayor, por ello nos conviene más Euskadi y además nos conviene a todos sin excepción.

Nuestro caladero de votos está en la izquierda abertzale. EAJ-PNV sólo podía crecer y hacer frente a la tendencia creciente de los partidos españolistas o“constitucionalistas” desplazando su centro de gravedad hacia los votantes de la izquierda abertzale ilegalizada. Se lanzaban anzuelos desde este ámbito para enfrentarse al “apartheid” y responder “como pueblo”, hacer candidaturas conjuntas de cara a las elecciones de ámbito español, etc. Debido a esta teoría, la confrontación directa con el MLNV era contraproducente para los intereses del nacionalismo histórico de cara a una “alianza nacional”, se exigían gestos continuos de apoyo frente a la injusta ilegalización y utilizar todos los mecanismos electorales (dimisiones, gestoras, etc…) para que pudieran obtener representación, sin tener en cuenta todo tipo de vejaciones y amenazas que era y son todavía práctica habitual de ese mundo.

En estas elecciones, EAJ-PNV ha optado por la confrontación política, en programa y en ideología frente al MLNV, ha denunciado su raíz totalitaria, su modelo socioeconómico del cuanto peor mejor y su nula aportación a la construcción nacional. Es posible que haya quien crea con su mejor intención que los sorprendentes resultados de algunos municipios y herrialdes se deban a una labor de oposición discreta y soterrada a los gobiernos de Bildu en los últimos meses, yo más bien me inclino por pensar que los ciudadanos vascos, han apoyado al partido que mejor les podía hacer frente, para evitar que los que ayer comprendían y apoyaban determinadas acciones contra los derechos humanos y hoy rechazan por cuestiones prácticas pudieran llegar a gobernar Ajuria Enea. El electorado ha visto a EAJ-PNV, aunque no haya cambiado su nombre, como Partido Nacional, entendiendo como tal un partido que es capaz de aglutinar a todos los que viven y trabajan en Euskadi, como apuesta segura en situaciones de emergencia nacional, en este caso, económica y ética.

Es necesario un discurso altamente diferenciado en cada herrialde. Según esta teoría, cada herrialde, incluso en unas elecciones de ámbito nacional, podía requerir de un eje electoral radicalmente diferente debido a profundas diferencias sociológicas. En Bizkaia era conveniente una campaña muy sosegada, en Gipuzkoa había que movilizar la unidad abertzale mediante Batu Gaitezen, y en Araba podían ser necesarias dos campañas, una para Gasteiz y otra para el resto del Herrialde. Esta variedad además, no daba lugar a problemas de confusión en el electorado, sino que era una “modulación” adaptada a las circunstancias que optimizaba los resultados, siguiendo la teoría de “las dos almas”.

Pues bien, estas elecciones EAJ-PNV no sólo ha ganado con el mismo discurso en todos los lugares, sino que ha ganado como se oye en la calle, con el discurso del “PNV de toda la vida”, un discurso fácilmente reconocible e identificable, que se comprende muy fácil y que en situaciones de crisis como la actual, es puerto seguro ante cualquier tormenta. Es evidente que se han cuidado los detalles para evitar cualquier atisbo de pasadas cacofonías en los discursos políticos y el candidato y futuro Lehendakari, Iñigo Urkullu, se ha pateado todos los herrialdes de norte a sur y de este a oeste, haciendo pedagogía y difusión de una música nítida de EAJ-PNV para mostrarse como el portador de este mensaje variado, pero coherente y nítido.

La transversalidad es un pecado capital. Cuando la acumulación de fuerzas estaba de moda, la sola mención de la “transversalidad” producía reacciones alérgicas en determinados sectores. Era un anzuelo españolista que además no aparecía en el diccionario de María Moliner. Sin embargo, la campaña de EAJ-PNV no ha podido ser más transversal. El propio futuro Lehendakari, en lugar de dejarse llevar por la euforia del triunfo, demostrando tablas y maneras de Lehendakari, anunció en su primera comparecencia de la noche electoral de forma expresa, que era el tiempo del acuerdo amplio, del acuerdo entre diferentes, del acuerdo nacional.

El futuro Lehendakari reiteró en campaña su apuesta por conseguir en Euskadi un acuerdo integrador sobre el autogobierno y el derecho a decidir, rechazando la unilateralidad y los frentes y continuando el esquema “volver a acertar” y el binomio “no imponer/ no impedir” del anterior presidente del EBB Josu Jon Imaz: un Concierto Político, una Euskadi Nación Europea, que suena muy bien a los oídos de una gran mayoría de vascos, y que significaría en un primer estadio y en la práctica, una relación de igual a igual con el Estado Español, sin renunciar a mayores cotas de autogobierno. Una relación de no-subordinación, como la definió en su día el Lehendakari Ibarretxe en el Nuevo Estatuto Político, una “relación amable entre Euskadi y España para el siglo XXI”. Si este acuerdo nacional por el autogobierno va a ser posible o no está por ver, pero lo que sí está claro es que es apoyado por la gran mayoría de los vascos, hayan votado o no EAJ-PNV. Zorionak a EAJ-PNV y a la sociedad vasca por este nuevo tiempo, que será duro y complicado, pero que comienza con los mejores augurios políticos.

                      Ion GAZTAÑAGA

Escrito en Aberriberri bloga

http://aberriberri.com/2012/10/24/empieza-un-nuevo-tiempo-y-caen-algunas-consignas/



martes, 23 de octubre de 2012

Es también mi opinión.


Cuánta maldad. Fíjense que desde hace semanas —y no les cuento desde el domingo por la noche— no dejo de recibir puyitas irónicas. “Confiesa que lo vas a echar de menos, aunque sea un poquito”, me sueltan, junto a una sonrisilla construída con una boca y unos ojos de verdad o con un punto y coma y el signo de cierre de paréntesis. Pues no, en absoluto. Ni imaginan el profundo deseo y la perentoria necesidad de pasar esta página que sentía. Miento: sí se lo imaginan, me consta que a muchas y muchos de ustedes les ocurría exactamente lo mismo. Por eso sé que también serán capaces de comprender que la inmensa sensación de alivio es de largo más poderosa que el vértigo que da mirar al futuro y comprobar que lo que viene tiene dientes de tiburón y garras de puma. Creo que Iñigo Urkullu es el primero que sabe que se las va a tener que ver con una réplica del infierno a escala 1:1.

No quedará otra que entrar en ese capítulo, pero antes —de eso van estas líneas— hay que poner un epílogo inevitablemente incompleto al que estamos dejando atrás. Frente a ustedes saco mi pañuelo blanco y, sin lágrimas ni nada que se les parezca, le digo adiós a Patxinia. Quién sabe, puede que el tiempo y algunos historiadores con vocación respostera hagan un apaño con esta época de tinieblas y al final resulte que no fue para tanto. Por mi parte, les pongo por testigos de mi empeño en guardar el recuerdo sin aditivos ni colorantes. ¿Por rencor o revanchismo? No va por ahí; se me dan fatal las vendettas. Es simplemente que me niego a trampear la memoria.

Vindico y reivindico cada vivencia. Igual las regulares que las pésimas como esta que me ha hecho descender no sólo al pozo séptico de lo político sino, ay, de lo humano. Eso último es, con diferencia, lo que más me ha dolido durante estos tres años y medio. Hay comportamientos que no comprenderé ni aunque viva quince eternidades. Adiós, Patxinia, adiós.








Es que no se puede decir mejor. Y dicho queda... Javier Vizcaino, un maestro. Gracias.






http://blogs.deia.com/mas-que-palabras/2012/10/23/adios-a-patxinia/

viernes, 19 de octubre de 2012

Martingalas, mamandurrias y trileros.



Frenético fin de campaña, los mensajes parecen acumularse, todo se acelera, menuda paradoja. Digo que para qué tanto correr y lo digo empezando por mi: nada se gana en un día aunque éste sea el día dé, víspera de casi todo. Pero la vorágine nos puede. Empeñados en llegar hasta el último rincón del universo nos lanzamos a la calle o al ruedo de las redes sociales con el turbo puesto, cuanto más más, cuantos más más, que no se diga... Cuando lo que debiéramos hacer es justo lo contrario: aparcar el bólido y sentarnos cómodamente frente al ordenador o en el banco de la plaza. Y pensar en voz alta. Y conversar con el de enfrente, con el de al lado.

El domingo veintiuno nos jugamos mucho. Hablo de política, si, de política y de políticos, de elecciones, de proyectos y de gestión, de compromiso. La gente las está pasando crudas, no está el asunto para martingalas, mamandurrias ni trileros. Si me dicen, confía en mí, dame tu voto, lo mínimo que yo exijo es que me vengan de frente y con la verdad por delante. Dicho de otra manera, que me respeten, que no soy idiota. Y lo que yo quiero para mi, lo que yo exijo para mi, lo quiero y exijo para cualquiera, para todos los demás.

Este país necesita un Gobierno de verdad, uno que se lo crea, que se lo tome en serio, que se lo proponga. Un Lehendakari que no se arrugue ante las dificultades y sepa liderar un equipo formando parte de él, no ser una mera comparsa o un figura de primera, un Lehendakari que sepa arremangarse y echar el resto, las frases hechas y excusas de manual son cosa de charlatanes. Y Euskadi es un país serio. Yo quiero alguien currante al frente de mi Gobierno, sereno, de palabra y decidido. Para eso se necesita mucho cuajo pero del bueno, de ése que dicen humildad y que no abunda por estos lares. Por los de la política, digo. Y no sabéis cómo se agradece. Lo de “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” es lo que todo dios promete en campaña, si Arquímedes levantara la cabeza volvía de cabeza al agujero. Pero no, ni todos son iguales ni qué más da, que en Euskadi quien compromete su palabra, hitza ematen dut, se desnuda del todo. Y en la frenética carrera hacia el veintiuno de octubre sólo un candidato, de entre todos, ha comprometido la suya, por algo será. Será que conoce el terreno que pisa, para qué esforzarse y que ni puede ni quiere hacerlo solo, será que Euskadi y sólo Euskadi es su proyecto. Será que lo es porque antes, y siempre, ha sido el de EAJ. Será porque EAJ está con él.

Ni martingalas, ni mamandurrias ni trileros: dadme un punto de apoyo y moveré el mundo.

Mi punto de apoyo, Iñigo Urkullu Rentería y mi voto, EAJ-PNV. Porque mi mundo, como el vuestro, es Euskadi.

GORA BIHOTZAK!! EUSKADI AURRERA!!!






miércoles, 17 de octubre de 2012

EUSKADI


SÍ, ASÍ LO QUEREMOS

Desde el nacionalismo democrático vasco y la serenidad, pero también desde la firmeza, desde los que creemos que Euskadi es nación y patria de los vascos, desde la perspectiva de sentirnos parte de un pueblo con derecho a dibujar sus perfiles de su propia pluma, y desde la condición de ciudadanos conscientes de que nuestra particularidad se encuentra cual puzzle multicolor inmersa en claves globales, desde esas consideraciones recordamos y nos afirmamos en que decidan lo que decidan los Tribunales Constitucionales y Supremos, Cortes y Senados pero que mientras la voluntad de las urnas vascas así lo manifieste, somos, sí, una nación. Recordamos así que por encima del cansancio, de las provocaciones y errores, afirmamos que somos nación, Euskadi. Reiteramos que a pesar de las cizañas, del desdén e incomprensión de los arrogantes jacobinos queremos seguir siendo nación. Reiteramos que a pesar del tramposo hastío, de los desatinos propios y ajenos, no aceptamos que hagan de mangas capirotes con nuestra voluntad política de querer seguir siendo nación vasca. Y ante los que dicen que no somos ni pueblo ni nación, sino ciudadanos incoloros y neutros, insípidos e incoloros, contestamos que la nación vasca no es una concesión graciosamente otorgada por el poder central, que no es una ficción pintoresca elaborada por poetas, sino que la nación vasca somos personas de carne y hueso con voluntad de serlo. Somos gente de ahora, distintas a las de hace 30 años y a las de 300, conscientes y pensantes, nación plural, conscientes que no todos somos nacionalistas. Por ello, ante el pensamiento único, ante los que contraponen normalidad y bienestar frente a más autogobierno decimos que no admitimos maltrato al sentido común y a la inteligencia. No es cierto que lo moderno sea la españolidad y atraso el nacionalismo vasco.

El Tribunal Constitucional, reflejo de su rancio espíritu anti-plurinacional, lo complicó todo al ningunear el Estatut catalán, estropeó las reglas de juego, y creó un auténtico avispero de problemas cuestionando el camino constitucional a recorrer en la profundización del autogobierno. ¿Cuál es el camino a recorrer y qué lo que la democracia “permite”? Ante las impredecibles consecuencias del terremoto a futuro generado por el ignominioso cepillado del Tribunal Constitucional para con el Estatut, y de paso para con el futuro del conjunto del Estado plurinacional, creo que se impone una reflexión, solemne, que es a su vez, clamor y reivindicación: Todas las leyes, ordenanzas, reglamentos y sus desarrollos no se aprueban para que sean inmutables en el destino eterno, sino para adaptarse y adecuarse a la realidad concreta de las voluntades cambiantes y democráticas de los ciudadanos, de los pueblos y de las naciones. Ningún texto legal puede anular la voluntad mayoritaria, pacífica y democrática de un pueblo, ya que si éste evoluciona hacia un futuro diferente no hay texto legal que lo pueda neutralizar en democracia es así que por lo tanto reclamamos con firmeza democrática, más autogobierno y respeto efectivo a la voluntad de los ciudadanos vascos y catalanes.

Continuaremos apostando por un futuro que nos permita responder a nuestros objetivos y posibiliten seguir siendo nación y colectivo de ciudadanos consciente. Aspiro a una relación libremente consentida con España con la que afrontar los retos a futuro que tenemos como pueblo que somos. Abogo por la necesaria inteligencia del pequeño, que en su pequeñez con dignidad y legitimidad, democrática y honestamente, aspira a poder seguir siendo. El reto, por complicado que sea, es la pervivencia de la Euskadi autogobernada de los siete herrialdes en el siglo XXI, la Burujabetza del Zazpiak Bat en la UE. Y por ello precisamente lo traslado a un proyecto posible y factible. No se trata de proclamar el yo más que tú, dilucidar quien es más abertzale, mejor nacionalista y más puro. Sin distorsiones en nuestra gradualidad y vía propia hacia el Zazpiak Bat.

A salvo de posibles y enormes frustraciones, sin cambiar el discurso… al monte se sube rodeándolo y no agitando artificialmente pulsaciones aceleradas independentistas cual espuma de cava peleón. Se trata de seguir ocupando el cauce central de la sociedad, acertando y respondiendo a las preocupaciones e intereses de los vascos de hoy, de continuar construyendo nación tejiendo la Euskadi autogobernada y soberana. Es la apuesta por un nacionalismo democrático, pacífico, de valores, abierto, amable y de bienestar, rostro humano e inteligente. Un nacionalismo firme en sus convicciones, que se adecua al presente, se construye a favor de y no en contra de nada. Tenemos voluntad para ello. Otros lo quisieron y fueron, nosotros somos, y porque somos y además queremos, vendrán y serán otros. Gu jaio ginen enbor beretik, jaioko dira berriak”. El reto es claro: seguir ganando el futuro, somos la mejor herramienta para una sociedad que quiere formar parte del mundo global sin renunciar a su personalidad. Seguiremos movilizando la centralidad para continuar defendiendo los intereses de Euskadi.

Se requiere inteligencia y visión de futuro hacia fuera, sí, pero también hacia dentro. También, lo repito, hacia dentro. La realidad económica-social, nos guste o no, ha cambiado, y se queda. Y por ello será preciso liderar una alternativa integral para repensar Euskadi dirigida a los agentes de la sociedad ante el actual escenario económico. Un programa global frente a la deuda pública y frente a una situación de cambio-crisis estructural de modelo socio-económico que nos aturde. Un liderazgo decidido por la formación, la modernización, los nuevos mercados y nichos de actividad, la internacionalización, el relanzamiento de la economía y las medidas que generen confianza, reincentiven la inversión y generen empleo. Y ello sin obviar los debidos ajustes de rigor, pero sin caer en lo que la propia OIT califica de trampa de la austeridad. Una apuesta nítida por la marca Euskadi. Y por el marco vasco de relaciones laborales. Y todo ello acompañado de una concienzuda labor pedagógica. Siendo conscientes de la importancia de nuestro pacto fiscal con el Estado habrá que seguir asegurando jurídicamente las competencias y potencialidades del Concierto Económico.

Ciertamente existe un peligro real, el riesgo del surgimiento entre nosotros de una sociedad con importantes sectores en la pobreza. Y construir nación vasca significa tener muy presente a las personas. Por ello entiendo que un proyecto nacional lleva aparejado un proyecto social. Hablo de asumir la responsabilidad de liderar una política social que nos haga una sociedad más justa, cohesionada, integrada y humana. Cualquier realidad discriminatoria, colectivo situado al margen de unas condiciones mínimas de bienestar o evidencia de grupos desfavorecidos que no pueden cumplir su proyecto personal, representa desde una óptica nacional un fracaso social. Se trata pues de abanderar una política que gire en torno a la solidaridad y a la justicia social y que responda a los retos que tenemos ante el desarrollo socioeconómico, el reparto de la riqueza, las situaciones de dependencia, la marginación, las desigualdades sociales etc.

Trabajaremos juntos para avanzar juntos y recuperar el tiempo perdido. Son tiempos en los que la economía debe ocupar el primer puesto de la agenda política. Saldremos de la crisis. Euskadi nacional y Euskadi social, dos caras de una misma moneda.

Termino con una cita que, lo reconozco, la menciono a menudo, es de Manuel Irujo: “Declaro y afirmo que soy navarro de nacimiento y de corazón, y por lo tanto vasco, como los gipuzkoanos, alaveses, bizkainos, laburdinos y zuberoanos. Declaro y afirmo que mi patria chica es Nabarra, llamada antiguamente Vasconia, uno de los Estados libres del País Vasco o Euskadi, y ésta es la verdadera y única patria de todos los vascos. Declaro y afirmo asimismo, como vasco progresista de Nabarra, que aspiro a que mi patria se adhiera a la unión de Estados Confederados de Europa”.

Sí, somos una nación, la nación vasca, la Euskadi nacional y social de los siete herrialdes. Sí, así lo queremos.  


                               Jose Manuel BUJANDA ARIZMENDI
               Noticias de Gipuzkoa -Opinión-
17 de octubre 2012  



domingo, 14 de octubre de 2012

Inalcanzable dos

Alga quisiera ser, alga enredada.

Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento…

Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.

                                   Ángel GONZÁLEZ


miércoles, 10 de octubre de 2012

Y hoy, además, este cielo...

No hay ruido, ni goznes que chirrían, lo demás de lo demás no pesa, ni duele, no me cuesta respirar...

Mi azotea, sinfín, mi más allá.
Me esperan...
Reencuentro.

Cuando me oigo decir sin decir palabra, basta, no puedo más...
Busco, me busco...
Desaparezco.
Soy yo.

Hoy, además, este cielo...