miércoles, 17 de octubre de 2012

EUSKADI


SÍ, ASÍ LO QUEREMOS

Desde el nacionalismo democrático vasco y la serenidad, pero también desde la firmeza, desde los que creemos que Euskadi es nación y patria de los vascos, desde la perspectiva de sentirnos parte de un pueblo con derecho a dibujar sus perfiles de su propia pluma, y desde la condición de ciudadanos conscientes de que nuestra particularidad se encuentra cual puzzle multicolor inmersa en claves globales, desde esas consideraciones recordamos y nos afirmamos en que decidan lo que decidan los Tribunales Constitucionales y Supremos, Cortes y Senados pero que mientras la voluntad de las urnas vascas así lo manifieste, somos, sí, una nación. Recordamos así que por encima del cansancio, de las provocaciones y errores, afirmamos que somos nación, Euskadi. Reiteramos que a pesar de las cizañas, del desdén e incomprensión de los arrogantes jacobinos queremos seguir siendo nación. Reiteramos que a pesar del tramposo hastío, de los desatinos propios y ajenos, no aceptamos que hagan de mangas capirotes con nuestra voluntad política de querer seguir siendo nación vasca. Y ante los que dicen que no somos ni pueblo ni nación, sino ciudadanos incoloros y neutros, insípidos e incoloros, contestamos que la nación vasca no es una concesión graciosamente otorgada por el poder central, que no es una ficción pintoresca elaborada por poetas, sino que la nación vasca somos personas de carne y hueso con voluntad de serlo. Somos gente de ahora, distintas a las de hace 30 años y a las de 300, conscientes y pensantes, nación plural, conscientes que no todos somos nacionalistas. Por ello, ante el pensamiento único, ante los que contraponen normalidad y bienestar frente a más autogobierno decimos que no admitimos maltrato al sentido común y a la inteligencia. No es cierto que lo moderno sea la españolidad y atraso el nacionalismo vasco.

El Tribunal Constitucional, reflejo de su rancio espíritu anti-plurinacional, lo complicó todo al ningunear el Estatut catalán, estropeó las reglas de juego, y creó un auténtico avispero de problemas cuestionando el camino constitucional a recorrer en la profundización del autogobierno. ¿Cuál es el camino a recorrer y qué lo que la democracia “permite”? Ante las impredecibles consecuencias del terremoto a futuro generado por el ignominioso cepillado del Tribunal Constitucional para con el Estatut, y de paso para con el futuro del conjunto del Estado plurinacional, creo que se impone una reflexión, solemne, que es a su vez, clamor y reivindicación: Todas las leyes, ordenanzas, reglamentos y sus desarrollos no se aprueban para que sean inmutables en el destino eterno, sino para adaptarse y adecuarse a la realidad concreta de las voluntades cambiantes y democráticas de los ciudadanos, de los pueblos y de las naciones. Ningún texto legal puede anular la voluntad mayoritaria, pacífica y democrática de un pueblo, ya que si éste evoluciona hacia un futuro diferente no hay texto legal que lo pueda neutralizar en democracia es así que por lo tanto reclamamos con firmeza democrática, más autogobierno y respeto efectivo a la voluntad de los ciudadanos vascos y catalanes.

Continuaremos apostando por un futuro que nos permita responder a nuestros objetivos y posibiliten seguir siendo nación y colectivo de ciudadanos consciente. Aspiro a una relación libremente consentida con España con la que afrontar los retos a futuro que tenemos como pueblo que somos. Abogo por la necesaria inteligencia del pequeño, que en su pequeñez con dignidad y legitimidad, democrática y honestamente, aspira a poder seguir siendo. El reto, por complicado que sea, es la pervivencia de la Euskadi autogobernada de los siete herrialdes en el siglo XXI, la Burujabetza del Zazpiak Bat en la UE. Y por ello precisamente lo traslado a un proyecto posible y factible. No se trata de proclamar el yo más que tú, dilucidar quien es más abertzale, mejor nacionalista y más puro. Sin distorsiones en nuestra gradualidad y vía propia hacia el Zazpiak Bat.

A salvo de posibles y enormes frustraciones, sin cambiar el discurso… al monte se sube rodeándolo y no agitando artificialmente pulsaciones aceleradas independentistas cual espuma de cava peleón. Se trata de seguir ocupando el cauce central de la sociedad, acertando y respondiendo a las preocupaciones e intereses de los vascos de hoy, de continuar construyendo nación tejiendo la Euskadi autogobernada y soberana. Es la apuesta por un nacionalismo democrático, pacífico, de valores, abierto, amable y de bienestar, rostro humano e inteligente. Un nacionalismo firme en sus convicciones, que se adecua al presente, se construye a favor de y no en contra de nada. Tenemos voluntad para ello. Otros lo quisieron y fueron, nosotros somos, y porque somos y además queremos, vendrán y serán otros. Gu jaio ginen enbor beretik, jaioko dira berriak”. El reto es claro: seguir ganando el futuro, somos la mejor herramienta para una sociedad que quiere formar parte del mundo global sin renunciar a su personalidad. Seguiremos movilizando la centralidad para continuar defendiendo los intereses de Euskadi.

Se requiere inteligencia y visión de futuro hacia fuera, sí, pero también hacia dentro. También, lo repito, hacia dentro. La realidad económica-social, nos guste o no, ha cambiado, y se queda. Y por ello será preciso liderar una alternativa integral para repensar Euskadi dirigida a los agentes de la sociedad ante el actual escenario económico. Un programa global frente a la deuda pública y frente a una situación de cambio-crisis estructural de modelo socio-económico que nos aturde. Un liderazgo decidido por la formación, la modernización, los nuevos mercados y nichos de actividad, la internacionalización, el relanzamiento de la economía y las medidas que generen confianza, reincentiven la inversión y generen empleo. Y ello sin obviar los debidos ajustes de rigor, pero sin caer en lo que la propia OIT califica de trampa de la austeridad. Una apuesta nítida por la marca Euskadi. Y por el marco vasco de relaciones laborales. Y todo ello acompañado de una concienzuda labor pedagógica. Siendo conscientes de la importancia de nuestro pacto fiscal con el Estado habrá que seguir asegurando jurídicamente las competencias y potencialidades del Concierto Económico.

Ciertamente existe un peligro real, el riesgo del surgimiento entre nosotros de una sociedad con importantes sectores en la pobreza. Y construir nación vasca significa tener muy presente a las personas. Por ello entiendo que un proyecto nacional lleva aparejado un proyecto social. Hablo de asumir la responsabilidad de liderar una política social que nos haga una sociedad más justa, cohesionada, integrada y humana. Cualquier realidad discriminatoria, colectivo situado al margen de unas condiciones mínimas de bienestar o evidencia de grupos desfavorecidos que no pueden cumplir su proyecto personal, representa desde una óptica nacional un fracaso social. Se trata pues de abanderar una política que gire en torno a la solidaridad y a la justicia social y que responda a los retos que tenemos ante el desarrollo socioeconómico, el reparto de la riqueza, las situaciones de dependencia, la marginación, las desigualdades sociales etc.

Trabajaremos juntos para avanzar juntos y recuperar el tiempo perdido. Son tiempos en los que la economía debe ocupar el primer puesto de la agenda política. Saldremos de la crisis. Euskadi nacional y Euskadi social, dos caras de una misma moneda.

Termino con una cita que, lo reconozco, la menciono a menudo, es de Manuel Irujo: “Declaro y afirmo que soy navarro de nacimiento y de corazón, y por lo tanto vasco, como los gipuzkoanos, alaveses, bizkainos, laburdinos y zuberoanos. Declaro y afirmo que mi patria chica es Nabarra, llamada antiguamente Vasconia, uno de los Estados libres del País Vasco o Euskadi, y ésta es la verdadera y única patria de todos los vascos. Declaro y afirmo asimismo, como vasco progresista de Nabarra, que aspiro a que mi patria se adhiera a la unión de Estados Confederados de Europa”.

Sí, somos una nación, la nación vasca, la Euskadi nacional y social de los siete herrialdes. Sí, así lo queremos.  


                               Jose Manuel BUJANDA ARIZMENDI
               Noticias de Gipuzkoa -Opinión-
17 de octubre 2012  



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