lunes, 17 de diciembre de 2018

A la velocidad de la noche, una novela... De Montiel de Arnáiz.


Ese prólogo magnífico de Oscar Lobato, preciosura de escrito…

"____ Esta es una novela rauda, sin artificios, elaborada con la alquimia perfecta de la sombra, el miedo y la atribución del mal. El rezumo instilado de un homicidio antiguo entre crimenes modernos. Un país donde la noche, como apuntó Lope de Vega, posee "las manos del bravo y los pies del fugitivo".

Ahora, tras esta advertencia, pase la página y sucumba..."

Y la novela… de Montiel de Arnáiz.

Una forma de decir, de contar, ágil y desenvuelta, sin artificios, y que no deja nada por leer entre líneas, esto sí me ha sorprendido, por cómo es él. Y porque una novela es un trenzar hechos y datos y datos y nombres, cierto, pero también sensaciones, lo que no se ve. Y no sé yo… Diría que Montiel de Arnáiz, retador siempre, esta vez lo muestra todo… que comenzar a leer y verse llevado en volandas por el ritmo de la historia, de las varias historias de esta ficción negra y descarada, es todo uno, como si no hubiera hueco para apenas nada más, pero lo hay… y diría más...

Digo que hay, y mucho, de lo que disfrutar, está muy bien escrita, es sencillamente así... tiene guiños a unos y otras, párrafos enteros que, de pura intensidad, se leen mejor a ojos cerrados, juegos y giros del lenguaje que hacen grande al debutante y prueban aquello de que "de casta le viene al galgo", yo sé lo que me digo… y mucha y desbordante imaginación, realidad de la buena...

"Tenía pecas.
Una juez pecosa y agradable me había abierto la puertas de su despacho y me ofrecía un vasito de agua. Tenía los ojos pequeños y levemente achinados, como si aspirara un café recién preparado, de esos que siempre huelen mejor a las seis de la mañana de un día gris y grisáceo del invierno. Un pintor azorado por el desprecio de una mujer debía haber arrojado un brochazo sobre su rostro, que había quedado tintado por miles de diminutas gotas de lluvia naranja. Era una dama de cierta edad, adelantaba los cincuenta por la derecha, pero aún mantenía incólumes las pistas para localizar su belleza tras los pliegues de una sonrisa triangular..."

¿Es una obra maestra? Pues no… Pero él no lo necesita. Ni nosotros, sus lectores, tampoco. Que la perfección, además de un regalo envenenado, es muy, muy, muy aburrida… dicen…







































'A la velocidad de la noche'____________








__________ Enrique Montiel de Arnáiz