y deseo tu cuerpo de tal
suerte
que tan sólo aborrezco ya
la muerte
porque no me podré
acostar contigo;
si tantos sueños lúbricos
abrigo;
si ardiente, y sin pudor,
y en celo, y fuerte
te quiero ver, dejándome
morderte
el pecho, el muslo, el
sensitivo ombligo;
si quiero que conmigo,
enloquecido
goces tanto que estés
avergonzado,
no es sólo por codicia de
tus prendas:
es para que conmigo, en
esta vida,
compartas la impureza, y
que manchado,
pero conmovedor, al fin me entiendas...
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