sábado, 18 de junio de 2011

Entonces y ahora, siempre, el Alarde.


Desde que la sentencia del Tribunal Supremo de mayo 2008 blindara jurídicamente la plena legitimidad del Alarde de San Marcial son muchas las ocasiones en las que cometemos el error de considerar que, salvo cuestiones de mera organización, nuestro Alarde “sale solo”. Tenemos tan claro cuál es el Alarde que nuestro pueblo quiere, ése en cuya defensa nos volcamos a la mínima interferencia que, de alguna forma, nos dejamos llevar. Y si algo tenemos que reconocer con sólo pararnos a pensar un instante es, precisamente, que el Alarde “no sale solo”, que hay mucho pero mucho trabajo detrás y antes de cada 30 de junio: horas y horas de reunión, estudio, todos los documentos y permisos del mundo, seguros que contratar, escritos de todo tipo, salidas a donde toque si a quien le toca la firma de autorizaciones varias, tan odiosas como ahora necesarias, te dice que ni loco sale de su despacho, búsqueda de financiación, incertidumbres que superar, preguntas al quite y respuestas inmediatas, trabajar, trabajar y trabajar.

Por eso quiero reivindicar y poner en valor la dedicación de todos quienes tienen y han asumido la responsabilidad de pensar, desde el mismo día después, en el Alarde de San Marcial del año siguiente, en cómo sortear los obstáculos que ya sean viejos conocidos o surjan ex novo van a condicionar, inexorablemente, su organización. Y no es una tarea fácil. Me refiero -sin olvidarme nunca de las asociaciones de todo tipo y los cientos de personas que colaboran, y cómo, echando el resto para que cada año sea mejor que el anterior- al trabajo que desarrolla la Junta de Alarde y la responsabilidad de los Mandos: sin organización no hay Alarde. Nuestro Alarde “no sale sólo” y no lo podemos olvidar.




No hay Alarde sin organización y no hay organización sin asunción de responsabilidad y de responsabilidades. Que tanto juega la de quien toma las decisiones como la de quien las respeta y hace respetar, quiero decir que no hay responsabilidad de Junta y Mandos que valga sin la de todas y todos cuantos nos echamos a la calle, cada San Marcial, para arropar su trabajo y blindar con nuestro apoyo el Alarde que ellos han organizado pero que es de todos. Una responsabilidad compartida y que reivindico cada año, más aún si cabe y con más fuerza desde que nos vimos abocados a caminar solos en esta aventura y  sin la “protección” de las instituciones. Y con un canto me daría yo si pudiéramos caminar sin su “protección” pero también, y al mismo tiempo, sin injerencias maniqueas y en ocasiones malintencionadas. Pero ésta es ya otra historia.

No cabe otra, pues, que remar en la misma dirección desde el lugar en el que a cada uno y una de nosotros nos corresponda, ser conscientes de quiénes somos y dónde estamos, responder con lealtad ante todos los demás y lucir, con el orgullo legítimo de quien se sabe parte de un pedazo de la historia de nuestro Alarde, bicornio, galones y sables, abanicos y sonrisas, aplausos, miradas y emociones. No cabe otra que asumir nuestro derecho a vivir, a sentir, a hacer Alarde como antes lo hicieron nuestros mayores y hacerlo con la misma responsabilidad y su altura de miras. Porque lo único que importa, hoy como entonces, es  el Alarde de San Marcial. Lo demás, es accesorio.

Guardo como un tesoro la contestación remitida al Ayuntamiento por el que fuera General, Patxo Rodríguez, tras los penosos incidentes vividos en el Alarde del 30 de junio de 1976. Eran otros tiempos, lo sé, no busco paralelismo alguno, nada es igual. Salvo el Alarde y lo que significa. ¿O no?

Registro General. 7 de julio de .1976, salida con nº 5078/ El ayuntamiento notifica por carta y da un plazo de ocho días al general D. Francisco Rodríguez Saura para presentar informe a la Corporación municipal, sobre lo acontecido el pasado 30 de junio.

Con fecha de 14 de julio de 1.976, se recibe respuesta de Francisco Rodríguez Saura, dirigida al Ilmo. Sr. Alcalde Federico Bergareche Abaigar, Alcalde de la ciudad de Irun y dice:


En contestación a su escrito del 7 del actual, en el cual me requiere para informar sobre los hechos ocurridos durante el desarrollo del Alarde del 30 de junio, le adjunto documento firmado por el Capitán Sr. Arrúe y demás miembros de la Batería de Artillería, en el cual se relata el incidente del que fueron testigos oculares, y que a mi juicio, fue entre otros el origen de todo lo que más tarde ocurrió.

Quiero aprovechar el informe que V.I. me exige para que conste mi conformidad y reconocimiento a la actuación del Comandante Sr. Apalategui, Ayudantes, Capitanes, Cabo de Hacheros, Tambor Mayor, Tenientes, Cantineras, Sargentos, Cabos y soldados, que con seriedad y espíritu sanmarcialero sortearon una difícil situación evitando algo que hubiera podido tener muy graves consecuencias y que todos hubiéramos lamentado.

Asimismo quiero que conste mi protesta y desagrado por la actitud e incomprensión de miembros de ese Ayuntamiento, que de palabra y obra vejaron a los que en aquella circunstancia representaban los mandos del Batallón de San Marcial.

Dios guarde a V.I. muchos años.
Irun a 14 de julio de 1.976
Fdo. Francisco Rodríguez Saura.