Desde que la sentencia del Tribunal Supremo de mayo 2008 blindara
jurídicamente la plena legitimidad del Alarde de San Marcial son muchas las
ocasiones en las que cometemos el error de considerar que, salvo cuestiones de
mera organización, nuestro Alarde “sale solo”. Tenemos tan claro cuál es el
Alarde que nuestro pueblo quiere, ése en cuya defensa nos volcamos a la mínima
interferencia que, de alguna forma, nos dejamos llevar. Y si algo tenemos que
reconocer con sólo pararnos a pensar un instante es, precisamente, que el
Alarde “no sale solo”, que hay mucho pero mucho trabajo detrás y antes de cada
30 de junio: horas y horas de reunión, estudio,
todos los documentos y permisos del mundo, seguros que contratar, escritos de
todo tipo, salidas a donde toque si a quien le toca la firma de autorizaciones
varias, tan odiosas como ahora necesarias, te dice que ni loco sale de su
despacho, búsqueda de financiación, incertidumbres que superar, preguntas al
quite y respuestas inmediatas, trabajar, trabajar y trabajar.
Por eso quiero
reivindicar y poner en valor la dedicación de todos quienes tienen y han
asumido la responsabilidad de pensar, desde el mismo día después, en el Alarde de San Marcial del año siguiente, en
cómo sortear los obstáculos que ya sean viejos conocidos o surjan ex novo
van a condicionar, inexorablemente, su organización. Y no es una tarea fácil.
Me refiero -sin olvidarme nunca de las asociaciones de todo tipo y los cientos
de personas que colaboran, y cómo, echando el resto para que cada año sea mejor
que el anterior- al trabajo que desarrolla la Junta de Alarde y la responsabilidad de los
Mandos: sin organización no hay Alarde. Nuestro Alarde “no sale sólo” y no lo
podemos olvidar.
No hay Alarde sin
organización y no hay organización sin asunción de responsabilidad y de
responsabilidades. Que tanto juega la de quien toma las decisiones como la de
quien las respeta y hace respetar, quiero decir que no hay responsabilidad de
Junta y Mandos que valga sin la de todas y todos cuantos nos echamos a la
calle, cada San Marcial, para arropar su trabajo y blindar con nuestro apoyo el
Alarde que ellos han organizado pero que es de todos. Una responsabilidad
compartida y que reivindico cada año, más aún si cabe y con más fuerza desde
que nos vimos abocados a caminar solos en esta aventura y sin la “protección” de las instituciones. Y
con un canto me daría yo si pudiéramos caminar sin su “protección” pero también,
y al mismo tiempo, sin injerencias maniqueas y en ocasiones malintencionadas.
Pero ésta es ya otra historia.
No cabe otra, pues,
que remar en la misma dirección desde el lugar en el que a cada uno y una de
nosotros nos corresponda, ser conscientes de quiénes somos y dónde estamos, responder
con lealtad ante todos los demás y lucir, con el orgullo legítimo de quien se
sabe parte de un pedazo de la historia de nuestro Alarde, bicornio, galones y
sables, abanicos y sonrisas, aplausos, miradas y emociones. No cabe otra que
asumir nuestro derecho a vivir, a sentir, a hacer Alarde como antes lo hicieron
nuestros mayores y hacerlo con la misma responsabilidad y su altura de miras.
Porque lo único que importa, hoy como entonces, es el Alarde de San Marcial. Lo demás, es
accesorio.
Guardo como un tesoro
la contestación remitida al Ayuntamiento por el que fuera General, Patxo Rodríguez,
tras los penosos incidentes vividos en el Alarde del 30 de junio de 1976. Eran
otros tiempos, lo sé, no busco paralelismo alguno, nada es igual. Salvo el
Alarde y lo que significa. ¿O no?
Registro General.
7 de julio de .1976, salida con nº 5078/ El ayuntamiento notifica por carta y
da un plazo de ocho días al general D. Francisco Rodríguez Saura para presentar
informe a la Corporación
municipal, sobre lo acontecido el pasado 30 de junio.
Con fecha de 14 de julio de 1.976, se recibe respuesta de Francisco Rodríguez Saura, dirigida al Ilmo. Sr. Alcalde Federico Bergareche Abaigar, Alcalde de la ciudad de Irun y dice:

Quiero aprovechar el informe que V.I. me exige para que conste mi conformidad y
reconocimiento a la actuación del Comandante Sr. Apalategui, Ayudantes,
Capitanes, Cabo de Hacheros, Tambor Mayor, Tenientes, Cantineras, Sargentos,
Cabos y soldados, que con seriedad y espíritu sanmarcialero sortearon una
difícil situación evitando algo que hubiera podido tener muy graves
consecuencias y que todos hubiéramos lamentado.
Asimismo quiero que conste mi protesta y desagrado por la actitud e incomprensión de miembros de ese Ayuntamiento, que de palabra y obra vejaron a los que en aquella circunstancia representaban los mandos del Batallón de San Marcial.
Dios guarde a V.I. muchos años.
Irun a 14 de julio de 1.976
Fdo. Francisco Rodríguez Saura.
Asimismo quiero que conste mi protesta y desagrado por la actitud e incomprensión de miembros de ese Ayuntamiento, que de palabra y obra vejaron a los que en aquella circunstancia representaban los mandos del Batallón de San Marcial.
Dios guarde a V.I. muchos años.
Irun a 14 de julio de 1.976
Fdo. Francisco Rodríguez Saura.