ALARDE y DERECHOS
FUNDAMENTALES
_____ Derechos humanos, derechos fundamentales, son conceptos que utilizamos constantemente y
creemos poder identificar sin sombra de duda de una manera natural, intuitiva.
Y erramos demasiadas veces. En este contexto me sigue sorprendiendo la
necesidad que muestran algunos de vincular Alarde y Derechos Humanos para
denostar la posición de los defensores del Alarde Tradicional. Una historia que
viene de lejos.
Hace ya
dieciséis años que acudí, con manifiesta incredulidad por mi parte y
acompañando a miembros de Irungo
Betiko Alardearen Aldekoak, a la
Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, una puerta a la que
previamente habían llamado las defensoras de la incorporación de la
mujer-soldado a los Alardes con una intención, a mi entender, más que evidente:
politizar el debate entonces incipiente y colocarlo extramuros Irun y
Hondarribia. Lo consiguieron. Y sigue siendo su principal recurso de cara a
recabar apoyos ya que, paradójicamente, no los concitan en su pueblo.
Hemos
conocido también en estos años una variada serie de recursos y reclamaciones
ante los Tribunales, fueran penales, civiles o contencioso-administrativos.
Hubo, sin embargo, un procedimiento singular incoado a instancia de seis
mujeres de Irun contra todos y cada uno de los entonces miembros de la Junta de
Mandos, Estado Mayor y Junta del Alarde de San Marcial, una treintena de
particulares igualmente irundarras y cuyo delito fue habernos
responsabilizado de la organización del Alarde Tradicional, por otra parte delito honroso donde los haya. Y con la
misma sensación de incredulidad que antes refería enfrentamos ante el Juzgado
de 1ª Instancia nº 3 de Irun la demanda 232/98 de Juicio Incidental de
Protección de los Derechos Fundamentales. Se sobreentendía, de nuevo, que
los derechos fundamentales a proteger y concernidos eran los suyos. Y es aquí
donde cabe recordar que en ese 1998 las demandantes, y quienes tuvieran a bien
acompañarles, hombres o mujeres, tenían a su disposición un Alarde organizado
por el Ayuntamiento de Irun en el que poder desfilar y celebrar lo que
consideraran. El mismo al que dieron la espalda ese año y los posteriores y el
mismo que exigieron se pusiera de nuevo en marcha cuando aquel invento
autodenominado Compañía OIASSO, de escaso éxito y participación, ya no dio
más de sí. Aquel Alarde Municipal que ellas mismas abortaron hasta dar con la
fórmula del que es el llamado ahora Alarde
Público y que no es otra
cosa que un desfile bajo autorización policial y de presupuesto tan seguro como
desconocido.
Hay un
tercer episodio que apenas hoy nadie recuerda y que resultó, al menos para mí,
de entre los más descorazonadores: hace ya unos años y en uno de los
libros de texto utilizados en la Escuela Pública Vasca, la ilustración del
capítulo correspondiente a los valores cívicos y la defensa de los Derechos
Humanos era una fotografía a todo color de una compañía con mujeres
escopeteras. Nunca supe quién tomo en aquella Consejería de Educación la
decisión de publicar dicha imagen pero en los libros del siguiente curso la
misma desapareció.
El
terreno del arte y la creación es otra cosa, aquí impera la libertad del
creador, en el documental Alardearen seme-alabak, presentado en el XI
Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián y emitido hace unos
días en Irun, la de Jone Carres y Eneko Olasagasti, suya es. Diré, invocando la
mía, que poco aportan cuando subrayan una mirada obviando la de todas y todos
los demás siendo ésta además mayoritaria.
Habrá
quien diga que me dejo llevar por la intuición, por los prejuicios y no, es la
experiencia acumulada de años la que habla. Y me dice que estamos ante una
nueva oportunidad perdida. Porque si la óptica es de cada cual, la obra de arte
de quien la firma y las opiniones propias, los Derechos Humanos o son de todos
y para todos o no son, que lo fundamental o es de todos o no es de nadie, que o
se llama a cada cosa por su nombre o todo será caminar en círculo. Y esa
película, nunca mejor dicho, no es la nuestra. Que el Alarde de San Marcial,
también el de Hondarribia, llevan siglos avanzando. Y lo que les queda. _______
Irun a
26 de junio de 2013 - Elena
Etxegoyen Gaztelumendi -
(publicado en Noticias de Gipuzkoa, 29.06.2013)