viernes, 22 de abril de 2022

Attona Roman ❤ ❤ ❤

Hoy hace 60 años de la muerte de mi attona Roman, Roman Gaztelumendi Aranburu. Sé que murió un Domingo de Resurrección porque mi ama siempre lo recordaba así, subrayándolo, 'era domingo al mediodía, Aberri Eguna'. No lo conocí o, mejor dicho, no lo recuerdo, que yo recién había cumplido un año. Sin embargo, las cosas son como somos, digo que no me hace falta buscar o entender la razón por la cual ha sido y sigue siendo una huella indeleble en mi casa y en mi corazón, estoy llena de imágenes que no puedo recordar pero que, con sólo cerrar los ojos, se proyectan ante mi y cobran vida.

El aita me solía contar que era un tipo echau p'alante, honrado a carta cabal y un trabajador incansable, pocas bromas salvo con los amigos y con un puntito de muy mala leche, qué menos con todo lo que le tocó vivir... pero a lo que iba... me contaba que ese anciano, lleno de achaques y que nunca perdió su genio, era todo paciencia y dulzura con aquella bebé de pelo negro -herencia de su madre que lo heredó de él-, la primera nieta, su única nieta, que lo mismo se dormía en su regazo que de un manotazo lo dejaba sin gafas o sin txapela o le chupeteaba la cara llenándosela de babas. Y que cuando alguien, cualquiera que fuera, se acercaba en su auxilio, levantaba la mano y con un directo 'utzi, utzi! los paraba en seco. Y volvían las sonrisas...

Recuerdo que mi hermano me contó cómo, un día, enroscó en mi muñeca regordeta la cadena de oro de su reloj de bolsillo y todos supieron que ya sería para mi. Y así fue, aunque yo la recibiera de manos de mi madre con el añadido de un rosario vasco con lauburu que fue de la suya. Y así, todos conmigo...

Recuerdo a la ama contándome que el año en que fue la cantinera de Buenos Amigos del Alarde de San Marcial el attona no amaneció hasta el 2 de julio por la tarde, se conoce que la batalla del día 30 fue de las duras... Y, también, cómo supo ella que se moría cuando, encamado y apagándose consecuencia del cáncer de vejiga que sufría, le preguntó ¿te traigo a la niña...? y él, sin hablar, le dijo que no. Hoy, mi hijo se llama como él.

O el retrato que empezara un jovencísimo Gaspar Montes Iturrioz y que aparcó a un lado porque no le gustaba y que, por encargo de la ama a la muerte del attona, lo terminó otro ilustre, Carlos Arrecubieta, ese cuadro sin firma que ha estado colgado en la pared de la casa de Marilen niña y que ahora está en la de mi madurez, luciendo auténtico como entonces, como siempre. Como lo son el resto de detalles e historias y 'susedidos' conocidos y por conocer, que sentirse parte de ese universo íntimo y emocional que nos es legado, además de un tesoro que cuidar, es un descubrimiento constante.

El 22 de abril de 1962, hoy hace 60 años, murió mi attona Roman, Roman Gaztelumendi Aranburu, Domingo de Resurrección, Aberri Eguna. Que porque fueron somos. Y aquí seguimos.

Beti JELpean... ❤❤❤

































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