jueves, 6 de octubre de 2011

... y te lo digo.



Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores,
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.


                                        Federico GARCÍA LORCA
                        -Quiero llorar mi pena y te lo digo-



Migueltxo maitea, egun handirarte!

Socarrón, guasa para regalar y siempre sonriente o casi. Esa media sonrisa, ay... Le gustaba potear y una buena jamada, su gente, los chistes malos, cantar rancheras y que le besaran los niños y yo. Ni siquiera el cáncer pudo con él, tampoco cuando parecía la sombra de sí mismo, con sus ciento-trece kilos más IVA, según él, convertidos en tristura y ganas de nada. Cuando dijo basta, lo dijo con todas las consecuencias y volvió a disfrutar de su gente, sus vinos, los amigos, una comida más ligera y de los besos que le daba allí donde nos viéramos. Creo que el único día que no lo hice fue el de mi boda, que no era cuestión de besar al cura en mitad de la ceremonia. Y ya no podré hacerlo más, o tal vez sí, que cada recuerdo con él casi lo es, sonrisas y un beso digo. Por mi, que no quede. 


Nos vemos por ahí, Migueltxo, en cualquier rincón del Irun de nuestros padres, el de mis hijos. Pero ve haciéndote a la idea de que la próxima será en la gruta de la amatxo del Juncal, por fin subirás a Peñas, con Bortxi, conmigo... Nere Migueltxo maitia, agur eta ohore! Egun handirarte. Maite zaitut.