lunes, 24 de marzo de 2014

Aminetu Haidar y el Día Internacional D

Hoy hace 34 años moría asesinado Monseñor Óscar Arnulfo Romero en El Salvador, tiempos de violencia y represión paramilitar, aquellos malditos escuadrones de la muerte... Naciones Unidas instauró en su memoria un día D, sí, uno de esos a los que tan poco aficionada soy, que sirven más para acallar determinadas conciencias que de altavoz y herramienta para erradicar la injusticia y las desigualdades en este perro mundo nuestro. El autobombo y sus consignas de salón, tanto lazo de todos los colores, me superan...

Y digo yo que la ONU mejor haría en borrarlo del calendario oficial y se comprometiera, de una vez, con aquello que proclama, hiciera valer sus propias resoluciones y se dejara de compadreos con gobiernos corruptos y sátrapas de toda ralea. Y si no es capaz, vendida como está a los intereses económicos y geo-estratégicos de los de siempre -tan iguales todos los grandes, del signo que sea, cuando de pisar al débil se trata-, lo que toca es echar el cierre y empezar de nuevo. Mucho me temo que a eso se le llama revolución y que, parece, aún no toca. Por eso asesinaron hace 34 años a Monseñor Romero, por eso y como a él al resto de los romero-monseñor de la historia de la lucha contra la injusticia y por la dignidad de todo ser humano. 

Y por eso se les debería de caer la cara de vergüenza a quienes dijeron que en un solo día es suficiente y en él caben el derecho a la verdad, la lucha contra las violaciones de los derechos humanos, la dignidad de las víctimas, el reconocimiento a los caídos y la defensa y protección de los que siguen luchando a favor de todo ello, la excusa perfecta para, el resto de los días, hacer sencillamente nada. Pues hoy, si quieren, algunos pueden.
De poder, si pudiera, yo tan sólo les pediría que atendieran a lo que va a decir, que la escucharan. Porque de hacerlo estoy convencida que vendrán más días, más gestos, otras oportunidades. Y porque creo fervientemente en el valor de los detalles, en el poder revolucionario de las pequeñas cosas...
Digo que Aminetu Haidar, esa mujer increíble, interviene hoy lunes, invitada por la Defense Forum Foundation y la Fundación Robert Kennedy por la Justicia y los Derechos Humanos, ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de los EEUU. Reivindicará desde esa privilegiada tribuna el derecho a la autodeterminación que asiste y tiene reconocido el pueblo saharaui, hablará de su lucha por la libertad y una paz definitiva, del expolio de los recursos naturales en el Sahara Occidental, de la represión a manos de los militares marroquíes y la violación sistemática de los derechos humanos mas elementales que sufren en territorios ocupados, de su derecho a ser oídos y a exigir que las atrocidades cometidas no queden impunes... cómo me gustaría poder escucharle...
No es que confíe en las buenas intenciones de nadie, menos aún de los políticos estadounidenses, confío en ella. Una mujer sola, con sus manos desnudas y su melfa engalanada, puede más que el estado invasor y los estados cómplices, más que la cobardía española y la vesania francesa, más que el petróleo que quieren robar y que los fosfatos que ya han robado... que diría Gonzalo Moure. Yo pienso como él.
También hoy, que es el Día Internacional del Derecho a la verdad en relación con violaciones graves de los Derechos Humanos y de la dignidad de las víctimas. Que no es caso de que, al final, tanta chapa y tanta leche, se me olvide comentároslo...
























Tu m'as dit...

Tu m’as dit: Je pense à toi tout le jour.../ Mais tu penses moins à moi qu’à l’amour./ 
Tu m’as dit: Mes yeux mouillés/ qui ne peuvent t’oublier/ restent longtemps éveillés/ lorsque je me couche.../ Mais ton cœur est moins grisé qu’amusé,/ tu penses plus au baiser qu’à la bouche./ 
Tu ne te tourmentes point,/ tu sais, sans chercher plus loin,/ que nos joies sont les nôtres. 
Mais l’amour est un be
soin./
M’aimerais-tu beaucoup moins/ si j’étais une autre...?

                                                Doute -Toi et Moi-
                                                   Paul GÉRALDY