... Cuántos pueblos, cuántas calles, piedras, almas, como ese pueblo subiendo la loma hacia la altitud del cerro como una bandera azotada por dos brisas, la una abierta, sonriente y blanda del mar de la bahía, la otra furiosa que entraba por los caños, la marisma, los salinares perfectos, piramidales, la otra brisa que enloquecía a las bestias los veranos con su aire caliente del desierto, su humedad de mar adentro, de mar océana...

Mal de Piedra, una novela magnífica.
De Enrique Montiel Sánchez.