En esta noche de abril donde enciendo mi altar rogando no ser inmune a nada, mis recuerdos se estrellan contra el puente de su espalda. El verde mar de sus caricias regresa.
Y duele.
Mejor no digo nada, mejor apuesto mis besos, todos, al golpe de viento de sus manos...
Que todo sea una salvaje profecía, amor poseído, amor ido...
- Miguel Ángel BUSTOS -