¡Cómo pasa el tiempo! Lo recuerdo como si fuera ayer... Martin Zabaleta, vasco de Hernani, haciendo cumbre en el Everest y aquella ikurrina hincada en la nieve de la cima del mundo. Después de la frustrada "Expedición Tximist" del año 74 -que en mi casa se vivió de una manera muy especial- ese 14 de mayo del 80 nos supo a gloria. Y a ansias de libertad. Lo juro, yo no puedo resumir lo que sentí de otra manera...
Hoy, treinta años después, la alta montaña se ha profesionalizado. O prostituido, en opinión de algunos. Pero me reconcilio con ella recordando la hazaña de Zabaleta y el resto de la expedición, renovando mis deseos de una Euskadi libre y en paz. Y lo haré, todas las veces, todas las cimas que hagan falta por altas que éstas sean.
Hoy, treinta años después, la alta montaña se ha profesionalizado. O prostituido, en opinión de algunos. Pero me reconcilio con ella recordando la hazaña de Zabaleta y el resto de la expedición, renovando mis deseos de una Euskadi libre y en paz. Y lo haré, todas las veces, todas las cimas que hagan falta por altas que éstas sean.