sábado, 29 de junio de 2013

Noticias de Gipuzkoa

ALARDE y DERECHOS FUNDAMENTALES

_____ Derechos humanos, derechos fundamentales, son conceptos que utilizamos constantemente y creemos poder identificar sin sombra de duda de una manera natural, intuitiva. Y erramos demasiadas veces. En este contexto me sigue sorprendiendo la necesidad que muestran algunos de vincular Alarde y Derechos Humanos para denostar la posición de los defensores del Alarde Tradicional. Una historia que viene de lejos.
Hace ya dieciséis años que acudí, con manifiesta incredulidad por mi parte y acompañando a miembros de Irungo Betiko Alardearen Aldekoak, a la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, una puerta a la que previamente habían llamado las defensoras de la incorporación de la mujer-soldado a los Alardes con una intención, a mi entender, más que evidente: politizar el debate entonces incipiente y colocarlo extramuros Irun y Hondarribia. Lo consiguieron. Y sigue siendo su principal recurso de cara a recabar apoyos ya que, paradójicamente, no los concitan en su pueblo.
Hemos conocido también en estos años una variada serie de recursos y reclamaciones ante los Tribunales, fueran penales, civiles o contencioso-administrativos. Hubo, sin embargo, un procedimiento singular incoado a instancia de seis mujeres de Irun contra todos y cada uno de los entonces miembros de la Junta de Mandos, Estado Mayor y Junta del Alarde de San Marcial, una treintena de particulares igualmente irundarras y cuyo delito fue habernos responsabilizado de la organización del Alarde Tradicional, por otra parte delito honroso donde los haya. Y con la misma sensación de incredulidad que antes refería enfrentamos ante el Juzgado de 1ª Instancia nº 3 de Irun la demanda 232/98 de Juicio Incidental de Protección de los Derechos Fundamentales. Se sobreentendía, de nuevo, que los derechos fundamentales a proteger y concernidos eran los suyos. Y es aquí donde cabe recordar que en ese 1998 las demandantes, y quienes tuvieran a bien acompañarles, hombres o mujeres, tenían a su disposición un Alarde organizado por el Ayuntamiento de Irun en el que poder desfilar y celebrar lo que consideraran. El mismo al que dieron la espalda ese año y los posteriores y el mismo que exigieron se pusiera de nuevo en marcha cuando aquel invento autodenominado Compañía OIASSO, de escaso éxito y participación, ya no dio más de sí. Aquel Alarde Municipal que ellas mismas abortaron hasta dar con la fórmula del que es el llamado ahora Alarde Público y que no es otra cosa que un desfile bajo autorización policial y de presupuesto tan seguro como desconocido.
Hay un tercer episodio que apenas hoy nadie recuerda y que resultó, al menos para mí, de entre los más descorazonadores: hace ya unos años y en uno de los libros de texto utilizados en la Escuela Pública Vasca, la ilustración del capítulo correspondiente a los valores cívicos y la defensa de los Derechos Humanos era una fotografía a todo color de una compañía con mujeres escopeteras. Nunca supe quién tomo en aquella Consejería de Educación la decisión de publicar dicha imagen pero en los libros del siguiente curso la misma desapareció.
El terreno del arte y la creación es otra cosa, aquí impera la libertad del creador, en el documental Alardearen seme-alabak, presentado en el XI Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián y emitido hace unos días en Irun, la de Jone Carres y Eneko Olasagasti, suya es. Diré, invocando la mía, que poco aportan cuando subrayan una mirada obviando la de todas y todos los demás siendo ésta además mayoritaria.
Habrá quien diga que me dejo llevar por la intuición, por los prejuicios y no, es la experiencia acumulada de años la que habla. Y me dice que estamos ante una nueva oportunidad perdida. Porque si la óptica es de cada cual, la obra de arte de quien la firma y las opiniones propias, los Derechos Humanos o son de todos y para todos o no son, que lo fundamental o es de todos o no es de nadie, que o se llama a cada cosa por su nombre o todo será caminar en círculo. Y esa película, nunca mejor dicho, no es la nuestra. Que el Alarde de San Marcial, también el de Hondarribia, llevan siglos avanzando. Y lo que les queda. _______

 Irun a 26 de junio de 2013 -   Elena Etxegoyen Gaztelumendi -
                                                                           (publicado en Noticias de Gipuzkoa, 29.06.2013)