miércoles, 16 de noviembre de 2011

Una rosa sobre mi mesa

Salir de casa casi a oscuras, ver amanecer a través de la ventanilla del avión y aterrizar en tierra extraña cuando el resto del mundo bosteza todavía, taxi y fin de trayecto, encender las luces de un despacho que aún no has hecho tuyo, nadie por aquí para compartir el primer café del día, vas por libre... Comentas con el camarero del bareto de enfrente lo jodía que anda la cosa, te regala una sonrisa y el segundo cortado y piensas, bueno, ni tan mal... Reunión de Consejo a las diez de la mañana, hoy va para largo y sí, dura más aún de lo previsto, ni tiempo para comer, terminamos... Y al regresar a tu mesa es cuando te das cuenta que ni siquiera has encendido el ordenador y que hay cien llamadas perdidas en tu móvil, no importa... Que hay quien te ha dejado una rosa robada del jardín del Palacio de Zurbano, recién cortada, una rosa de las de verdad, no sabéis qué bien huele... Y no, nada de campañas y siglas y leches, es cosa de Toñi, nuestra secretaria, que es un sol y me quiere. Y me cuida. Y yo que me dejo...