jueves, 25 de agosto de 2011

Anasagasti nos echó el ojo...


... así, literalmente. Que donde puso el ojo puso lo demás, o sea a Zubia, a Albistur y a mí. No conocía yo esta foto y no sé si me reconozco en esa sonrisa de pitiminí, la verdad. Pero soy yo y ellos, mi gente. 
Sesion de Pleno en el Senado, el último año de mi última legislatura, diciembre del 2007, por ahí...

Promenade


El valle de Oiartzun es una belleza, lleno de caminos y recovecos que te llevan, colina a través, de un lado al otro del espejo. Ha sido un paseo largo y a buen paso, y al final, parada y fonda en Iriarte-berri, o sea sidra, chuletón y buena compañía, ni un solo pero. La gente que me falta, tal vez, aunque, de algún modo, siempre se vienen conmigo...

Veinticinco de agosto...


Cada veinticinco de agosto, San Luis Rey de Francia, durante muchos años lo que tocaba era paella y jarana en casa de mis tíos, en Errezubi, una de aquellas primeras urbanizaciones que surgieron en la colina de Brun-enea, desde la cual se podía oler y oír el mar de la playa de Hondarribi... los veranos interminables, llenos de luz, rodeada de risas y cariño, y de primos, siempre, de la mañana a la noche, de la noche al día, siempre, siempre, una más en aquella bendita casa... Yo fui una niña feliz, absolutamente, y si lo fui fue también gracias a ellos, y a mi tío Carlos, y a mi tía Maite.

Hoy, veinticinco de agosto, San Luis Rey de Francia, hace dos semanas que, en el cementerio de Blaia, dijimos agur a la tía, mis primos y yo. Y hace un día radiante. Y este cielo que es azul por culpa de una nube blanca. Que nos cuide...