¿Te acuerdas de lo que era recibir entonces un regalo de un amigo? Era como una salpicadura de divinidad. Las más pequeñas cosas, una cita, un cumpleaños, un banco de plaza, todo estaba cargado de infinito, no sé decirlo de otra manera. Uno lloraba de otra manera...
Julio Cortázar, en el 30 aniversario de su muerte, sigue emocionándome como entonces, como antes, siempre. Va por él y por todos mis poetas del alma mía. Alguno hay que, tal vez, esté leyendo ahora este comentario. Si es así, un beso. Y si no, también...
Y afuera, redondo sol de invierno...
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