Recuerdo como si no hubieran pasado los años, el día en el que murió Miguel Ángel Blanco. La desazón, la impotencia, el desgarro que sentí cuando ETA reivindicó su secuestro lanzando aquel perverso ultimatum al Gobierno: o los presos o la vida del concejal de Ermua. Estaba segura, segura, de que sólo cabía luchar por que los etarras no cumplieran su amenaza, no sabía cómo hacer pero sabía que no existía alternativa, el Gobierno no iba a aceptar ese chantaje. ETA no había demostrado nunca el más mínimo aliento de humanidad pero aquello que vivimos, el asesinato anunciado de un inocente, superaba todo lo imaginable... me pongo en la piel de su gente, de quienes le querían, y me siento morir aún hoy... qué 48 horas de horror, terrorismo en estado puro, cobardes malnacidos hijos de la gran puta...
Mi sentido recuerdo hacia aquel chaval que, sin buscarlo, puso en pie a toda una sociedad para exigir su libertad y con la suya, la de todos. Tengo imágenes en mi retina que jamás olvidaré, generosidad, dolor, solidaridad, búsqueda, espera... Pero también de pura desolación y una rabia que, incluso ahora, todavía siento.
No me olvido de quienes, pudiendo, ni se inmutaron -ETA, herria zurekin!-, malditos sean... ni me olvido tampoco de la vergonzante deriva político-partidista en la que desembocaron aquellos tiempos de unidad, qué pronto llegó el olvido... pero hoy no es el día...
Hoy hace 17 años moría Miguel Ángel Blanco, vilmente asesinado por ETA.
Goian bego.
Lux Aeterna!
No me olvido de quienes, pudiendo, ni se inmutaron -ETA, herria zurekin!-, malditos sean... ni me olvido tampoco de la vergonzante deriva político-partidista en la que desembocaron aquellos tiempos de unidad, qué pronto llegó el olvido... pero hoy no es el día...
Hoy hace 17 años moría Miguel Ángel Blanco, vilmente asesinado por ETA.
Goian bego.
Lux Aeterna!
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