Se lo debía... Lo sé, no es tanto deber, al fin y al cabo sólo soy una lectora más. Pero dicen que lo prometido es deuda.
Y digo que desde que supe que estaba en ello, en ordenar viejos relatos haciendo sitio para los nuevos, me picaron la curiosidad y las ganas, que hay mucho que leer por esos lares, ellos que escriben tan bien. Primero el Montiel primero y luego que de tal palo tal astilla…
Cuando llegaron, me sorprendió, ya de entrada, la hora cortita que duró el tiempo que fue de saber a ver impresas sus “Bulerías nazis”. Y me dije, hay que ver, lo consiguió… Pero es que él es así: grande, trabajador y echau p’alante, tenaz. Y conseguidor de sueños.
Me sorprendió luego el sugerente rojo-blanco-y-negro de la portada, potente contraste, humo gris y manos pintadas, fantástica esa portada… Y sin más misterio, me vi leyendo, despacito y por su orden, una sucesión de relatos que, sinceramente, no esperaba. Caprichosas sus bulerías y exigentes, sin que uno apenas lo note, para el lector.
Porque cada una de ellas te pide su ritmo, su tiempo, diría incluso que su propio compás. Tanto es así que hay títulos que para decirse leídos han de leerse unas cuantas veces. Empezando por el prólogo que firma Rafael Marín, qué maravillosa puerta de entrada… un cuento es un argumento comprimido, una anécdota en el camino, una reflexión a vuelapluma, un pasacalles… En este caso no uno, sino veintidós.
Casi nada, 22 historias, se dice pronto…
No todas me gustan igual y las que me gustan mucho sólo se parecen en lo mucho que me gustan. Y si como mentan por ahí, un relato es la ambrosía destilada de una historia, saborear, relamerse y dejarse hacer es una de las claves, aunque seguro que hay más.
No todas me gustan igual y las que me gustan mucho sólo se parecen en lo mucho que me gustan. Y si como mentan por ahí, un relato es la ambrosía destilada de una historia, saborear, relamerse y dejarse hacer es una de las claves, aunque seguro que hay más.
Relamidas todas te digo, te cuento, cuáles y por qué...
- Bulerías nazis - es el primer relato, potente punto de enganche, y se nota… pero es que la Venta de Vargas, ella sola, ya me quita el sentío, punto pelota… y un Elias Echegoyen que se pasea por ahí y que a saber…
- El desertor - un brillante cuento oscuro... sencillamente desgarrador…
- La meiga - con ese guiño a Gloria Fuertes, mi debilidad… y ese constante mirar gatuno... embaucador...
- Apocadizsis - un tobogán vertiginoso… y lo confieso, el título me golpeaba, pero pasé de la aprensión al aplauso sin solución de continuidad... impecable...
- La Casería - un corto relato corto, de los más, y diciendo tanto... tan lleno de luz, de casi todo… me conmueve...
Y si dicho estaba, lo digo de nuevo: gracias... Gracias, Letrado, porque estas tus bulerías guapas son un regalo.
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