miércoles, 25 de noviembre de 2015

Dia Internacional para erradicar la violencia contra la mujer

55 mujeres asesinadas en lo que va de año y todas las que conocen bien ese infierno pero lo pueden contar. Resulta, un año más, algo insufrible. Y ¿dónde o para cuándo el desgarrar los clichés y la hipocresía?, ¿dónde y para cuándo una autocrítica general?, ¿para cuándo la exigencia definitiva al Gobierno y demás poderes públicos para que todos, inexcusablemente además, sitúen entre las prioridades UNO de su acción política combatir este auténtico terrorismo social? Que lo es. Porque mata y volverá a matar, abona el terreno para otros maltratos y nuevos maltratadores y envenena la convivencia salpicándonos a todos.
La transmisión de principios y valores, educar en el respeto y la asunción de responsabilidades, en la solidaridad, en igualdad, que nadie es más que nadie... todo ello, antes que nada, es cosa de andar por casa, la de cada cual. Toca implicarse de uno en uno, de uno en una. Y no cabe rendirse, ni claudicar, porque no es un día, lo son todos.
Dicho esto tengo que confesar que hay postureos por ahí que superan mi paciencia y si no lo digo, reviento... Me pueden determinados carteles, pancartas y toda una parafernalia quasi-profesionalizada para decirse mujer y feminista que circula por redes sociales e incluso algún que otro reducto oficial, léase institucional, reivindicando sólo para si lo que es patrimonio de todas y decisión de cada cual. Cual tablas de la ley, o conmigo o contra mi y punto en boca. No puedo con estas cosas...
Siempre digo que no soy feminista. Si me obligan a serlo, que eso es lo que siento las más de las veces, feminista de manual y cliché, un puñetero estereotipo, maldita sea, no lo soy. Pero sí beligerante, como la que más, y plenamente comprometida con la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, lo cual empieza por proclamar que soy igual al hombre en aquello en que hombres y mujeres, todos, todas, somos iguales: la dignidad. Que es la base de toda relación sea con uno mismo, entre iguales o diferentes, en sociedad. De manera que cuando el fuerte se come al débil, sea quien sea, la violencia estalla. Y lo hace sin distinción de nacimiento, condición social o credo político o religioso. Y la mujer, cierto, suele ser la parte débil de esta cadena de relaciones personales y sociales en una sociedad que todavía hoy mira hacia otro lado. Contra ello es contra lo que hay que luchar, cada cual en su entorno vital y la política en el de todos, identificando las causas y consecuencias de la violencia que se ejerce sobre la mujer. Que es una realidad incontestable y que hace de la sociedad que la tolera, el peor de los escenarios. 
El hombre no es mi enemigo, los hombres violentos sin embargo sí. Pero también lo son de los hombres íntegros...
En este Día Internacional para erradicar la violencia contra la mujer quiero reivindicar una lucha que o es de todas y con todos o mal andamos.. 


¡No a la violencia contra las mujeres!
Hoy y siempre. 
¡Digo nunca!


Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera...

                                                               Agustín GARCÍA CALVO
                                                             _______                        Canciones y Soliloquios

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