El Sr. Aguirre: Sí, Sr. Presidente.
El Sr. Presidente: La tiene S.S.
El Sr. AGUIRRE: Señores Diputados... (Rumores) Suplico que me escuchéis y anuncio que voy a ser muy breve. Los que estuvistéis en las Cortes Constituyentes me conocéis suficientemente. (El Sr. Cid: ¡Ya lo creo! Le conocimos con el apellido Aguirre español, sin avergonzarse de él para nacionalizarlo vasco como ha hecho su S.S. luego.-Aplausos-) Señor Cid, yo he sido un hombre que ha llevado siempre una trayectoria rectilínea. Desde el primer discurso que pronuncié en las Cortes Constituyentes hasta hoy he sido siempre el mismo. (Siguen los rumores.) Yo os respeto a todos vosotros en vuestras respectivas ideologías, y ese mismo respeto demando para mi. (Fuertes protestas.) Cuando se habla en servicio de la verdad y de la justicia no debe haber otro límite que el de la corrección. Dije en las Cortes Constituyentes, y hoy lo repito, que soy nacionalista vasco y por lo tanto proclamo la nacionalidad vasca. (Rumores). La nacionalidad vasca, Euzkadi, con soberanía sobre sus propios destinos. ¿Para hacer qué? Eso depende más de vosotros que de nosotros. (Grandes rumores.) Últimamente, en Ginebra, observaba yo un espectáculo que me llegó al alma, y era éste: Estaba allí el representante de Inglaterra, mister Eden, y había, además, otros seis u ocho representantes del imperio británico: de Irlanda, de Nueva Zelanda, del Canadá... (Rumores.) La Corona de España pudo haber tenido un imperio formado por veintidós pueblos de distintas razas y de diferentes nacionalidades... ¿Qué habéis hecho de todo eso? (Las continuas protestas impiden oír al orador.)
Cuando llegó la República existía un deseo de abrir caminos por donde discurrieran las ansias populares de libertad de los pueblos, y en lugar de ir por ellos, rectificando errores seculares, os negáis y no queréis seguir los cauces mínimos siquiera marcados por unos hombres mucho más generosos que vosotros y a quienes, hoy por hoy, no debemos absolutamente nada. (Nuevas protestas.) Nosotros vinimos a las Cortes Constituyentes con un espíritu de cordialidad, del que vosotros no os dais cuenta; hemos venido a éstas con nuestro Estatuto votado por el pueblo y con el mismo espíritu. ¿Y qué es lo que ha sucedido? Están agonizando las Cortes y nuestro Estatuto sigue ahí esperando. (Varios Sres. Diputados pronuncian palabras que no se entienden. El Sr. Presidente reclama orden.
) ¡Seguid por ese camino! A mi no me asusta... (Se reproducen las protestas.) Cuál es mi nacionalidad, así como cuál es nuestro espíritu de cordialidad, son cosas que he proclamado claramente. También he apuntado cuáles han sido vuestros errores históricos... (Rumores.) Vosotros impedís la solución de nuestras aspiraciones, ¡allá vosotros con vuestra responsabilidad! (Nuevas protestas.)
El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Irujo tiene la palabra.
El Sr. IRUJO: Es difícil, Sr. Presidente y señores Diputados, hablar con serenidad en una Cámara exaltada de fervor patriótico y cegada por la pasión (...)
Nosotros, que reconocemos el principio de justicia que tiene esa afirmación, que arranca de los ofrecimientos de Espartero en 1837, que Canga-Argüelles recordaba en 1840, somos hombres que vivimos dentro de la legalidad; no decimos, como dijo el Sr. Calvo Sotelo en el mismo recinto del Frontón Urumea, que no esperamos ganar en las urnas, que España no tiene más solución que la Dictadura roja o la Dictadura blanca, que España no tiene solución de legalidad. Nosotros somos hombres que vivimos dentro de la legalidad. (Un Diputado: Pero ¿cuándo? Ya se vio cuando lo de los Ayuntamientos.) ¿Cuándo? Absolutamente siempre, porque desde nuestros primeros manifiestos políticos está declarado que la propaganda la hacemos dentro de la legalidad, siempre dentro de la legalidad, y con los mismos derechos que SS.SS. (Exclamaciones) – (El Sr. Bau: Entonces, Sr. Irujo, dé S.S. un ¡viva España!) Pero, ¿qué queréis, obligarnos a que digamos aún lo que no sintiéramos? ¿Queréis suponer que nosotros tenemos tan poco apego a nuestra dignidad que por presión de vuestro ambiente vamos a proclamar algo que no sentimos? ¿Queréis que vivamos esa farsa? ¿No es más sencillo, más real, más cordial, más republicano y mucho más humano que digamos lealmente lo que somos y sentimos para que nos combatáis o nos aplaudáis o para que abráis los cerrojos de las cárceles si lo estimáis preciso? (Denegaciones.) ¿Cómo que no? ¡No sería la primera vez! Pero volvamos a la cuestión. Nosotros tenemos en nuestro país un régimen foral –tengo necesidad de hablar de él- en el cual las facultades legislativa, ejecutiva y judicial, todas las facultades, en el orden administrativo y militar, las Aduanas, la moneda, el derecho a nombrar representantes, delegados y hasta embajadores... (Grandes protestas y exclamaciones.) ¡Sí, hemos tomado parte en Tratados internacionales! Tengo aquí acotados nueve de ellos. En el Tratado de Utrech se reconocieron los derechos de los vascos a la pesca en determinados mares porque no estaban sujetos a la soberanía del rey de Castilla. Esa es la realidad hasta 1839. Eso lo habéis dicho vosotros.(Siguen los rumores y protestas. El orador se dispone a leer un libro.)
El Sr. PRESIDENTE: No abuse S. S. de las lecturas que bastantes hemos padecido ya. He dado a S. S. la palabra estrictamente para una alusión personal y le agradeceré que se encierre en estos límites.
El Sr. IRUJO: ¿En qué consiste la lealtad? ¿En mentir? Yo digo lo que pienso. Para eso estoy en una Cámara republicana... (Los continuos rumores que hay en la Cámara impiden oír al orador.) Si vosotros, los hombres monárquicos, representantes de nuestro país, ¿queréis de veras la reintegración foral? ¿por qué no lo afirmáis? ¿por qué no lo suscribís? Si no os avergonzáis de que se llegue a la reintegración foral, que era la independencia, la soberanía plena de nuestro pueblo, de nuestro Derecho, que era la facultad legislativa, la ejecutiva, la judicial... (Rumores y protestas.) Esa es la verdad histórica y contra esa no se puede ir; se puede ser consecuente con la verdad histórica o abjurar de ella; se puede corregir la Historia o tomar otro camino; pero cuando se viene diciendo que se quiere la tradición, yo tengo que afirmar que la tradición española, la auténtica tradición peninsular no es la de la Constitución de 1808, ni la de la Constitución de 1812, ni las de las Constituciones de 1869 y 1876, sino la de los Condes de Barcelona, la de los Comuneros castellanos, cuyos nombres están ahí grabados, y de las germanías de Valencia; es la de los justicias de Aragón, es la vida peculiar de Galicia con su lengua y su poesía, es la de los Fueros Vascos; y si no sois eso, no sois españoles, mantenéis una falsa tradición; vosotros sois los antiespañoles. (Grandes protestas. El Sr. Presidente reclama orden.)
(SIC)
DIARIO de las SESIONES de CORTES
-núm. 273, 5 de diciembre de 1935-
Páginas -11126/11127/11128-
20 de diciembre 2015, Elecciones a Cortes Generales. Dicen que nada va a ser igual, que los que vienen son nuevos tiempos. Y ahora ya, qué me digan cuando no... Toda contienda electoral, siempre, es una puerta abierta, una oportunidad, un reto, digo que lo que viene es siempre algo nuevo. Y en política no hay oportunidad, ni reto ni progreso que valga sin compromiso, sin la palabra dada. Y o se cumple, o uno se va a casa. O, más cobarde: no hay palabra que comprometer, mejor deshojar la margarita del me presento-no me presento particular según convenga. O más indecoroso: dejar que la misma se diluya, cual azucarillo en las aguas parlamentarias, bajo la vieja excusa de siglas varias e intereses generales.
EAJ no es una comunidad perfecta ni los jeltzales somos infalibles pero venimos de lejos, en tiempo y recorrido político: nada que ocultar, los mismos principios y un único objetivo, Euskadi. Tanto es así que allí donde alguna vez se ha puesto en juego, en riesgo o a debate, políticas que afecten a los intereses, el bienestar, sus herramientas de autogobierno, ya sean clave de bóveda o detalles que parezcan insignificantes, el futuro de los vascos, de todos los vascos, allí, en ese no importan dónde, hemos estado. Ahí quedan escritas páginas y páginas de vida parlamentaria y realidad política en tiempos de dificultad y quebrantos de todo tipo. De Aguirre o Leizaola a Zubia y Erkoreka, de Irujo a Ajuriaguerra, Arzalluz, Anasagasti, Olabarria... y tantos más, ellas incluidas... porque fueron, somos.
20 de diciembre 2015, en un par de días, de nuevo elecciones, Elecciones Generales. Escucho a Aitor Esteban decir -con esa naturalidad suya con la que dice las cosas- si no está el PNV presente en las Cortes tampoco Euskadi estará en la agenda política. Y es así, tiene razón, porque, sencillamente, así ha sido siempre. A los hechos, a la historia, a nuestra historia pretérita y reciente me remito. Y al futuro también. Porque la nueva Legislatura que asoma conocerá en Madrid de un Grupo Vasco -que así se denomina porque así se le reconoce- renovado, fuerte y eficaz. Porque fueron, serán...
EAJ-PNV... Lehenik, Euskadi!
No hay comentarios:
Publicar un comentario