Llegados al ecuador de la campaña en unas elecciones
municipales y forales que son para lo que hemos sido llamados a las urnas, gero
gerokoa, y viniendo como venimos de una larguísima pre-campaña abierta en
canal, pocos hubieran podido entonces aventurar que la semana decisiva previa
al domingo 28 de mayo apunta que vaya a discurrir a contrapié. Es lo que ocurre
cuando, de un día para otro, lo previsible, lo plausible, lo previsto, deviene
anecdótico, y aquellos para quienes la inercia es su principal fuerza tractora
se ven obligados a cambiar el paso. Cierto que la inclusión en listas de la
izquierda abertzale de 44 candidatos, ellas incluidas, recuperados y ostentando
intactos sus derechos de participación y representación políticas una vez
cumplida la pena a la que fueron condenados por pertenencia a ETA,
desnaturalizó el arranque de la campaña y la mera posibilidad de confrontar
proyectos, programas y candidaturas, con ETA reubicada y puesta a punto para
erigirse en clave de bóveda de la actualidad política, qué absoluto desatino. Y
sí, cierto también que EH-Bildu es quien toma la decisión que, a mí no me
suscita ninguna duda, considero fue interesada y conscientemente adoptada. Pero
no lo es menos que si pudo hacerlo es porque la Ley Electoral vigente, cuya
interpretación en este punto viene además acotada por la doctrina
jurisprudencial del Tribunal Constitucional, así lo permite, lo avala y lo
protege. Una evidencia por todos conocida pero desatendida, arrinconada por los
más vociferantes, una actitud que igualmente considero interesada y
conscientemente adoptada, y que desautoriza de plano la beligerante objeción,
plagada de vacuidad jurídica, de aquellos actores políticos que se llenan la
boca proclamando que España es un estado de Derecho, sometido por tanto al
imperio de la Ley. La hipocresía de unos y otros ETA de por medio, ilimitada
cuando de deshonrar o fagocitar la memoria de las víctimas se trata, es
inconmensurable. Y como antes apuntaba, en pleno ecuador de la campaña lo
previsto y previsible se revuelve, lo que se cuece en la cocina de los partidos
y que nunca se comparte con el electorado toca a rebato y los gestos y
discursos se acomodan, se reinventan, aunque sea a regañadientes.
Veamos… EH-Bildu, empeñado en blanquear sus listas
retirando a quienes, una vez conseguido su objetivo, resultan prescindibles,
con una condescendencia además de arrogante, lisa y llanamente ridícula; un
renqueante Partido Socialista y un más que desaparecido Podemos, no sabiendo
cómo amagar daños digamos ‘colaterales’, con el foco apuntando a las elecciones
que realmente importan a sus ejecutivas, las fetén, las generales; el Partido
Popular, enrocado en un indefendible sostenella y no enmendalla al
tiempo que se pavonea con plumas de atrezzo proclamándose ganador, parece un
chiste; y EAJ, a quienes todos buscan arrinconar, aguantando las embestidas,
fuego amigo incluido, manteniendo el paso, la integridad y el discurso, que no
es poca cosa.
Continuará.
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