Vuelve la hora feliz. Y es que no hay nada
sino la luz que cae en la
ciudad
antes de irse la tarde,
el silencio en la casa y yo.
Mi carne, que ha vivido
en el tiempo
y lo sabe en cenizas, no
ha ardido aún
hasta la consunción de la
propia ceniza,
y estoy en paz con todo
lo que olvido
y agradezco olvidar.
En paz también con todo
lo que amé
y que no quiero olvidado.
Volvió la hora feliz.
Que arribe al menos