No es tu boca -tu boca
que es igual que tu
sexo-,
ni tu espalda dulcísima y
suave,
ni tu ombligo en que
bebo.
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es
una mirada?-
triste luz descarriada,
paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído,
ni tus voces,
ni las ojeras que te deja
el sueño.
Ni es tu lengua de víbora
tampoco,
flecha de avispas en el
aire ciego,
ni la humedad caliente de
tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un
pétalo,
ni una gota, ni un grano,
ni un momento.
Es sólo este lugar donde
estuviste,
estos mis brazos tercos...
Jaime SABINES