Camarón por Lorca, Lorca por Camarón... 35 años de luz, quejío y valentía... rompiendo barreras sin romper la magia... lo que se tiene y lo que no, duende y poca vergüenza... la vida debiera ser tal que así... va por ellos...
Será que la poesía es el puente perfecto para transitar del arte a las emociones, será que hay mucho arte en la voz y la forma de hacer de Camarón, de Camarón de la Isla. O será que las emociones no se discuten. Pero hay que saber "contar" lo que no tiene discusión.
Decía que la vida debiera ser tal que así, decía que va por ellos...
Decía que la vida debiera ser tal que así, decía que va por ellos...
Y va por ti.
Pensando en lo que decir aquí hoy sobre 20 años sin Camarón recordé el fogonazo de esos dos versos de mi amigo Amaya Zulueta. Dicen:
La luz pasa primero
A través de la voz
¿Qué es la luz? Más importante que su paso se nos antoja su propia naturaleza. ¿Qué es la luz? Pero también, ¿qué es la voz? Si no imaginamos, aunque sea someramente, una la luz que pasa a través de la voz jamás podremos entender el sentido oculto del poema.
Quizá por esto enseguida relacioné este poema mínimo y hermosísimo con lo que resumimos llamando Camarón. Camarón es mucho más que José Monje Cruz, hijo de Luis y de Juana, nacido en La Isla de León, actual San Fernando, en diciembre de 1950, en un patio de vecinos de la calle Carmen... Camarón es esa luz que pasa primero a través de la voz.
... Parece mentira, tanto tiempo intentando explicar el fenómeno llamado Camarón de la Isla y llega un poeta semi escondido y solitario, mi buen amigo Amaya Zulueta, y describe el misterio de un hombre que canta, la apariencia de una voz que traspasa primero por la luz.
Decimos: Camarón es un genio, Camarón es un mito, Camarón es único, nadie ha habido cómo él... ni lo habrá. ¿Pero eso qué es? ¿Que decimos cuando decimos que fue un mito, un genio?
Me acompaña en esta mesa Paco Cepero. De él también se dice que es un genio. Vamos, yo el primero. Decir de Paco Cepero que es un genio es hacer un resumen de una vida y de todo lo que ha hecho en la vida Paco Cepero. Digo acompañar como nadie a toda la gran nómina del cante del siglo XX. Pues bien, este hombre que calla de todo lo que sabe, de todo lo que ha visto y de todo lo que ha vivido, siempre ha dicho de Camarón: yo lo acompañé cuando mejor ha cantado en su vida, “tenía aquí -señalando la garganta- una cajita de música”. Se refería, siempre se ha referido a la voz del poema de la luz que pasa primero a través de la voz. Mucho antes de que Amaya Zulueta escribiera el poema Paco Cepero lo había descrito con la metáfora de la cajita de música, o sea, la voz de Camarón era música, no sólo eso, era una cajita de música, que representa lo delicado, lo frágil, lo casi inasible. Lo maravilloso.
¿Hablamos de Flamenco? Para nada, no, en absoluto. Hablamos de la luz y de la voz, o sea, que la luz llega primero por la voz y donde llega la luz muere la oscuridad y vemos, ¡vemos! Cada uno de nosotros puede decir lo que ve cuando oye la voz de Camarón cantándonos. Yo me he estremecido. Digo que por la voz llegó la luz como una ganzúa para abrirme subrepticiamente... las carnes.
Es la primera invitación que hago, que nos sigamos con atención el camino de la herida que nos deja. No se trata de saber lo que es un compás de amalgama, ni la diferencia que hay entre una bulería de la Perla por la Perla y la misma bulería cantada por Camarón. El Flamenco, por mucho que algunos se empeñen, no es el Registro Civil ni la Flamencología es otra cosa que un intento de un listo de dignificar el Flamenco “llevándola a la Universidad”. En la época de Haydn y de Mozart los músicos eran como criados de librea que no servían las mesas de los “señoritos” de cuando entonces pero “amenizaban” las veladas poniendo un ruido agradable en los silencios de las conversaciones. Todos venimos del hondón de la miseria y el desarraigo. Pero avanzar es esto, avanzar es que hoy, aquí, en La Isla de Camarón, Paco Cepero, que es un genio, como ya dije, y Ricardo Pachón, que es el culpable de que Camarón llegara al confín del mundo, sencillamente poniéndole actualidad al Flamenco, o sea, otro genio, han venido a decirnos de Camarón, a testificar el evangelio de un muerto inmortal.
Oigamos esa voz, veamos esa luz que nos ha enseñado a mirar Amaya Zulueta, cerremos los ojos porque aparecerá esa Isla inmortal por Camarón, la Isla en donde cantaban los grillos y se oía el cambio de marcha de los camiones nocturnos que llevaban el pescado... al continente.
_____________________ Enrique MONTIEL Blog
La luz y la voz , 30 junio 2012.
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