Euskadi mira a Europa.
Lo hace hoy como lo hizo siempre. Porque nuestra concepción vital nos ha
llevado a interpretar que el mar que nos limita territorialmente no es una
barrera que nos obliga a encerrarnos en nosotros mismos. Al contrario.
Desde siempre hemos creído que el mar era una puerta natural que nos
acercaba a otras realidades. A otros pueblos con los que hemos querido
convivir y relacionarnos. Cada cual con su identidad, con su cultura, pero
desde el respeto y la cooperación. Con voz propia en un concierto
mancomunado.
Ya desde el siglo XV hay
constancia de un ‘consulado’ denominado ‘vizcaíno’, y en el que se daban
cita también guipuzcoanos y navarros, en el epicentro económico y comercial de
la Europa de la época, Brujas -“Hoc est sigilium nationis Bizkaine”-.
Desde entonces, y de manera permanente, los vascos nos hemos vinculado al
proyecto europeo buscando compartir nuestro porvenir con los pueblos
de nuestro entorno. Defendiendo nuestros intereses mutuos y construyendo
lazos comunes que nos hicieran progresar en el devenir de los tiempos. Miramos
a Europa porque somos Europa. En ella está nuestro lugar como comunidad
nacional. Lo invocamos ya en el año 1918, cuando representantes de este
partido, el Partido Nacionalista Vasco, acudían a Versalles ante la
invocación por parte del presidente Wilson del derecho de autodeterminación para
los pueblos europeos tras el final de la I Guerra Mundial.
Lo repetimos en 1933, en la celebración en
Donostia del segundo Aberri Eguna, cuyo lema fue precisamente “Euzkadi-
Europa”. Lo reiteramos tras la segunda gran guerra, en 1947, con nuestra
representación en los Nuevos Equipos Internacionales, embrión del
Movimiento Europeo y germen de la Comunidad Europea alumbrada por Schuman,
Monet, De Gasperi o Adenauer.
Hoy, en la conmemoración del Aberri Eguna 2014,
Euskadi, la patria de los vascos, sigue mirando a Europa. Reivindicamos el
reconocimiento del Pueblo Vasco y el derecho que le asiste a decidir libre
y democráticamente su futuro en igualdad de condiciones con el resto de
naciones de nuestro entorno.
El Pueblo Vasco encuentra su presencia y
expresión en dos realidades distintas, en dos Estados que se resisten a
reconocer su carácter diferencial. En Francia, los territorios de
Laburdi, Nafarroa Behera y Zuberoa, que concitan el apoyo de su ciudadanía
para el establecimiento de una Colectividad Territorial que les dé armazón
administrativo, cultural y económico. Al sur, en el Estado español, la
Comunidad Foral Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca completan el mapa
político-administrativo de esta Nación. Un Pueblo Vasco con tres ámbitos de
decisión que deberán respetarse escrupulosamente para dotarle de
legitimidad democrática.
Nuestra aspiración es esa Euskadi, ese conjunto
de ciudadanos que conforman un espacio físico característico, que va de
Adour al Agüera, de Aquitania al Ebro. Y decimos ciudadanos, por encima
del territorio, de los signos comunes de identidad, de la cultura, de la
lengua. Porque el nacionalismo vasco del siglo XXI entiende que el rasgo
más importante que sustenta un proyecto político común es la voluntad de
las mujeres y hombres que lo conforman.
Esa es la patria de la que hoy hablamos y
reivindicamos, Euskadi, la patria de los vascos El Día de la Patria Vasca
no es una conmemoración contra nadie, ni una exaltación sectaria
de enfrentamiento de identidades. Para los nacionalistas vascos, el Aberri
Eguna es una afirmación del derecho que nos asiste a conformar una
estructura política, económica, social y cultural propia. Es una aspiración legítima de
supervivencia comunitaria, de identificación de una sociedad, de una
ciudadanía, con su entorno inmediato. Y en ese anhelo respetamos a quien no se
identifique con el mismo. La voluntad, el sentimiento de pertenencia a una
comunidad y a compartir su destino, ni se impone ni se veta. La Euskadi
del siglo XXI a la que aspiramos será la suma de identidades, la convivencia
entre diferentes, el respeto a la mayoría y a la minoría, o no será.
Aspiramos a construir una sociedad que se diga
vasca con todos los que pretendan unir su destino personal o familiar al
porvenir de este pequeño país que no pretende ser ni mejor ni peor que los
demás, sino ser él mismo.
Queremos amar lo que somos sin odiar lo que no somos.
Y en ese ‘ser’, entendemos la identidad vasca como factor de desarrollo
humano. Desarrollo de un futuro en solidaridad frente a un individualismo
que desprotege a las personas. Desarrollo de una comunidad de valores que
apuesta por el bien común, por el crecimiento
económico, cultural, social y político, por la solidaridad, por el respeto
a los derechos de todas las personas. Desarrollo de una comunidad que se
ve proyectada en los valores que iluminaron la idea de una Europa democrática,
pacífica y justa. En esa Europa, de alma y de respeto en armonía, queremos
crecer con voz propia.
En defensa de esa Comunidad Nacional Vasca,
generaciones de mujeres y hombres de esta colectividad han sufrido en
carne propia opresión, violencia y sufrimiento. Y en el nombre de esa
misma Nación Vasca también se ha sometido a una parte de la ciudadanía al
horror del terrorismo y la persecución.
Hoy, afortunadamente para este Pueblo,
construimos un nuevo tiempo de paz.
Son las personas las que configuran una patria, y
los derechos básicos de aquellas son los que construyen la estructura de
cualquier entidad, organismo o institución que les agrupe. Por
eso, nuestra aspiración de hoy es poder consolidar en Euskadi una
convivencia sin violencia. Sin imposiciones. Sin el sometimiento de la
fuerza, de la coacción o de la restricción de derechos. Tenemos la
obligación de pasar página. Sin olvidos. Sin odio. Asumiendo cada cual
la responsabilidad de nuestros propios hechos. Una paz que alimente las posibilidades
de impulsar una oportunidad inédita que nos permita establecer las reglas
de juego para que nos enfrentemos a un gran acuerdo de convivencia en el
que decidamos juntos cómo y de qué manera queremos vivir en el futuro. Una
nueva Comunidad Nacional para avanzar juntos y decidir por nosotros mismos
cuál puede y debe ser nuestro porvenir.
Dos son los objetivos concretos que nos unen en
la conmemoración del Aberri Eguna 2014. Por un lado, la conformación de un
consenso básico de Paz y Convivencia que abra las puertas a un nuevo
tiempo de concordia en Euskadi. Y, en segundo término, iniciar un debate
incluyente que propicie un singular avance del autogobierno en Euskadi. Un
acuerdo democrático que posibilite el reconocimiento y su adaptación a las
normativas básicas del derecho a decidir.
Esa es la nueva Nación Vasca que proponemos. Más
paz, más convivencia, más libertad. Para vivir mejor.
La paz exige la rápida eliminación efectiva y
compulsada de todos los arsenales militares utilizados en el pasado para
la práctica del terror. La paz exige el reconocimiento de un daño injustamente
provocado a unas víctimas y a una sociedad que necesitan sentir verdad
y humanidad en quienes han decidido poner fin a años de estrategia de
sufrimiento.
La paz exige la acción de una justicia humanizada
que practique, desde la capacidad que las leyes permiten, un escenario de
resocialización de quienes hayan abjurado de la violencia y pretendan
incorporarse a un nuevo tiempo de convivencia.
La paz exige inteligencia política,
responsabilidad de Estado, para procurar que el tránsito a una nueva
sociedad sea efectivo y diligente.
La paz exige acuerdo político e institucional en
beneficio del bien común, dejando a un lado el rédito político de la
confrontación partidaria.
Afianzar la paz, establecer el camino de una
nueva convivencia de respeto a los derechos humanos, facilitará
notablemente afrontar nuestro segundo objetivo: la articulación de un
nuevo estatus político para Euskadi.
La pervivencia de la violencia ha imposibilitado
durante años encauzar el gran desafío de impulsar y renovar nuestra
capacidad de autogobierno. Siempre creímos que la violencia no podía
condicionar la agenda política de este país. Pero estaba claro que mientras la
fuerza se ejercitara como estrategia de motivación política, mientras se
coartara con la intolerancia y la amenaza a la libre opinión de vascos y
vascas, cualquier debate sobre el futuro político de Euskadi resultaría
difícilmente llamado al éxito.
Sin violencia de por medio, hoy todo es posible.
La herramienta es el diálogo y el contraste. Negarlo supondría un fraude a
la democracia. Vetarlo, un retorno a las posiciones de fuerza, a
la imposición y al conflicto permanente.
Euskadi quiere actualizar su autogobierno. No por
pura reivindicación política, sino porque el autogobierno es para los
vascos una garantía de bienestar y de desarrollo humano y colectivo. La
construcción institucional en Euskadi nos ha reportado crecimiento económico y
servicios públicos básicos eficaces, principalmente en la Comunidad
Autónoma Vasca.
Nuestro camino no ha sido equivocado. La
fortaleza de nuestra identidad y el interés común de la sociedad vasca nos
han llevado a ahondar en el autogobierno, que ha sido y es progreso, bienestar
y calidad de vida. Por todo ello, debemos seguir fortaleciendo nuestra
identidad y el interés común de la sociedad vasca. No renunciamos al estatus de autogobierno
conseguido. Al contrario, queremos crecer institucionalmente desde esta
base, para consolidar nuestra posición en el mundo.
Necesitamos alcanzar un ritmo de desarrollo que
es imposible de lograr mientras dependamos de circunstancias de terceros
países. Y esto exige aplicar y estructurar políticamente el principio de
soberanía, esto es, derecho y capacidad para decidir nuestro propio futuro. No
por enfrentamiento político sino por el interés de la ciudadanía. Porque
los vascos y las vascas ambicionamos un futuro mejor, y porque nos asisten
los mismos derechos que al resto de naciones en el mundo.
Anclarse en la uniformidad y/o en los ámbitos de
poder ya alcanzados, es quedarse atrás, perder posiciones ante la realidad
que viene. Aspiramos a disponer de una estructura política propia que nos
permita proteger y desarrollar nuestra identidad social, económica, cultural y
política. Los vascos y vascas queremos vivir mejor, con
certidumbre sobre el empleo, sobre el bienestar, con servicios públicos de
primer nivel. Con fortaleza económica.
Nuestra estrategia tiene como objetivo favorecer
el crecimiento de Euskadi, crecer desde el punto de vista político,
social, económico e institucional, lograr la
progresiva institucionalización que suponga el reconocimiento de Euskadi
como una Nación libre en el concierto internacional. El crecimiento
económico y el crecimiento institucional son la base que debe sustentar el
logro de un mayor desarrollo y cohesión social. Crear riqueza bien
distribuida para tener una sociedad cohesionada y pujante en Europa debe
ser nuestra alternativa. Ejercer la soberanía día a día, consolidando los
espacios conquistados y dando nuevos pasos.
Euskadi es una vieja Nación que se renueva y
fortalece. Euskadi debe ser Nación en Europa. Junto a algunas que ya
están, como Estonia o Croacia. Junto a otras que piden paso, como Escocia,
Flandes o Catalunya. Una nueva Europa que contribuya, mediante la actualización
del Tratado de Lisboa, a la constitución de un gobierno común ajustado a
los requerimientos del siglo XXI y al reconocimiento del papel activo de los
sujetos políticos distintos de los Estados miembro. En tal sentido, la Unión
Europea deberá reconocer realidades nacionales como la de Euskadi y
arbitrar mecanismos jurídicos para la habilitación de la ampliación interna de
la Unión, siguiendo los principios y condiciones -criterios de Copenhague-
que han articulado las ampliaciones externas. Esta ampliación interna y la
mejora de los cauces de participación ciudadana contribuirán a un
funcionamiento más democrático y transparente del entramado institucional
y de los procesos de decisión de la Unión.
Debemos poner nuestro objetivo en ese ‘tren
europeo’ que avanza. Vincular ‘soberanía política’ y ‘soberanía
económica’. Sin confundir ‘soberanía económica’ con
‘proteccionismo económico’, porque queremos y necesitamos una Euskadi más
independiente y, al mismo tiempo, también más abierta al mundo.
En ese afán de construcción nacional avanzamos
gradualmente, con ritmos acordes a cada ámbito territorial. Así, en la
Comunidad Autónoma Vasca lideramos el proceso, a través de las iniciativas
impulsadas tanto en materia de normalización como de nuevo estatus político.
En Navarra queremos jugar un papel cada vez más activo en ambos retos,
tanto el de la construcción de la convivencia, tan importante también en
la Comunidad Foral, como el de la actualización de nuestro autogobierno. Y
en Iparralde, concitamos sinergias para acrecentar la conciencia
colectiva, buscando el reconocimiento de la colectividad territorial, primer
paso de cara a formalizar una eurorregión que sitúe a vascos del norte y del
sur en un marco de cooperación europea al margen de las fronteras
estatales.
El Parlamento Vasco ha iniciado estas pasadas
semanas un nuevo procedimiento para abordar este reto del nuevo estatus
con eficacia, responsabilidad y compromiso. No tenemos prisa. El vasco es
un pueblo milenario y su voluntad de perseverancia le ha hecho sobrevivir
con personalidad propia, incorporándose a los avatares que la historia y
los cambios sociales han protagonizado en su entorno. Por eso, somos
conscientes de que deberemos afianzar cualquier paso adelante para que el
progreso de esta comunidad nacional se haga de forma equilibrada
y segura.
Tenemos ante nosotros una gran oportunidad para
que Euskadi, no sólo la Comunidad Autónoma Vasca sino también la
Comunidad Foral Navarra e Iparralde, dé un paso decisivo en la definición
mancomunada de nuestro futuro. Pese a la crisis y a la dificultad del momento,
somos optimistas, porque estamos convencidos de que, con el empeño, la
voluntad y el compromiso de la ciudadanía vasca, vamos a
conseguir alcanzar los objetivos prefijados: la paz y la libertad de
Euskadi.
Por todo ello, en la celebración del Aberri Eguna
2014 hacemos un llamamiento a la ciudadanía de Euskadi a reivindicar
nuestro derecho a la paz y a la libertad sacando a la calle el símbolo común
que nos identifica, la ikurriña, representando en este gesto nuestra voluntad
inequívoca de construir un nuevo país, una nueva sociedad en
la que todos tengamos capacidad de expresión y decisión bajo el amparo del
respeto a los derechos humanos.
Respeto a la voluntad y a la diferencia. Respeto
a la dignidad de las personas y a sus ideas para que nuestro Pueblo camine
con paso firme a un nuevo tiempo en el que Euskadi será lo que su ciudadanía
quiera que sea.
Asimismo, invitamos a la ciudadanía vasca a
participar en cuantos actos sean convocados para, desde el respeto, expresar
nuestra pertenencia a la Nación Vasca y su derecho, desde la
libre adhesión de cada cual, a decidir democráticamente su futuro.
GORA EUZKADI ASKATUTA!!
Euskadi, 20 de abril de 2014
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