Las mujeres tapadas o “cobijadas" de Vejer de la Frontera, envueltas en sus telas negras y observando el mundo con un solo ojo al abrigo de otras miradas, fueron uno de los temas favoritos de los viajeros románticos del siglo XIX que se dejaron caer por la España de la época. Pero a quienes realmente fascinaron fue a los fotógrafos de las primeras décadas del siglo XX, hay fotos magníficas que ilustran libros y colecciones en archivos de media Europa.
Hace ya años que este tipo de indumentaria no se emplea en la vida diaria pero en Vejer recupera toda su vistosidad, y no es un juego de palabras, en fiestas y días grandes de la villa...
Concha Herranz -conservadora del Museo Nacional del Traje/Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico de Madrid- considera que detrás del hecho de esconder el rostro y mostrar sólo un ojo lo que hay es un símbolo de coquetería, "como ocultarse detrás del abanico", un gesto que ha sido de antiguo un recurso femenino y que en modo alguno venia determinado o mandatado por la religión. De hecho, el uso del manto tapando la cara y enmarcándola ha sido una constante de la mujer y descarta, por ello, que el cobijado de Vejer pueda considerarse un pariente del burka musulmán u otras prendas de similar significación.
La experta llama también la atención sobre la austeridad de su diseño, el uso visible sólo del negro y sin decoración alguna, a diferencia de otros tapados de Castilla donde abundaban los bordados y el uso de otros colores.
Durante el siglo XIX y principios del XX, fue la prenda habitual de las mujeres vejeriegas para sus quehaceres diarios en la calle.
El cobijado se componía, se compone, por una saya negra, fruncida y sujeta a la cintura que cubre completamente una enagua con tiras bordadas y, sobre todo ello, un manto amplio igualmente negro, también fruncido y sujeto a la cintura y con el que, a su vez, la mujer se cubría la cabeza. Cuando ésta se descubre, la toca cae sobre la parte trasera de la falda y deja, al descubierto su forro, ahora de raso blanco, y una camisa del mismo color que completa el traje. Justo esta camisa -o mejor dicho, la cantidad de encajes que llevara en el pasado- es lo único que permitía antaño distinguir la condición económica y social de la portadora. Así vestían las mujeres de Vejer hasta que, en 1936, el Gobierno de la IIª República prohibió, vía decreto, el uso de esta prenda y otras tantas que pudieran la identidad de quien la portara y para evitar el trasiego de armas escondidas bajo la ropa.
En la posguerra hubo varios intentos de recuperar su uso pero la situación de precariedad por la que atravesaba el país obligó a la mayoría de las mujeres a reaprovechar los cobijados y convertirlos en mantas y colchas o responder con ellos a otras necesidades del hogar. Ello ha hecho que no se conserven trajes anteriores a esa fecha. Es más, el único traje de cobijada de Vejer, completo y original, anterior a la guerra civil del que se tiene fehaciencia y se conserva es el que está en el Museo del Traje, en Madrid, y con todo, le falta la camisa blanca que, con toda seguridad, lo acompañaba.
Entrados los años 70, el Ayuntamiento de Vejer decidió hacer del cobijado su traje típico para finalmente, ya en los 90, vincularlo a la reina y la dama de las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Oliva, que pasaron a ser Cobijada Mayor y Cobijada de Honor, respectivamente. Con el tiempo, se les han sumado otras damas 'menores' y las infantiles.
Sólo casi... 🖤🖤🖤
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