Anoche, tus marzos granas
capitularon
ante mis mayos desarmados
de juventud;
los marfiles histéricos
de su beso me hallaron
muerto; y en un suspiro
de amor los enjaulé.
Espiga extraña, dócil.
Sus ojos me asediaron
una tarde amaranto que
dije un canto a sus
cantos; y anoche, en
medio de los brindis, me hablaron
las dos lenguas de sus
senos abrasadas de sed.
Pobre trigueña aquella;
pobres sus armas; pobres
sus velas cremas que iban
al tope en las salobres
espumas de un mar muerto.
Vencedora y vencida,
se quedó pensativa y
ojerosa y granate.
Yo me partí de aurora. Y
desde aquel combate,
de noche entran dos
sierpes esclavas a mi vida...
-Capitulación- César VALLEJO
Qué bonita poesía. La noche invita a leerla, a releerla y a pensarla. Es noche mágica en el firmamento, por las estrellas fugaces que no nos han dejado ver las nubes, mágica por la luna que entre hueco y hueco colaba su luz hasta nuestro recinto, mágica porque el diálogo silencioso de la escritura permite seguir hablando con personas y con pensamiento. Gabon
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